En el entorno relajado y ácido de un programa de radio que mezcla cultura, humor y crítica, se desliza una conversación inesperadamente seria sobre el conocimiento y la necesidad de pensar. Entre bromas de liturgia y un panel de tertulianos que se autoproclaman púrpuras eminencias, se abre paso una reflexión sobre Europa, la filosofía actual y la aparente banalidad de lo complejo.
Europa, el periodista Juanjo de la Iglesia recomendó un libro titulado Yo, la Unión Europea, escrito por María Jesús García y editado por Tecnos. Un texto breve, pedagógico y aparentemente modesto, que, sin embargo, toca una fibra sensible de la ciudadanía europea: el desconocimiento. “Todo el mundo dice que la Unión Europea es un monstruo burocrático”, apuntan, “pero nadie sabe qué hace realmente el Consejo Europeo o la Comisión”.Al Día de Europa, el periodista Juanjo de la Iglesia recomendó un libro titulado Yo propósito, la Unión Europea, escrito por María Jesús García y editado por Tecnos. Un texto breve, pedagógico y aparentemente modesto, que, sin embargo, toca una fibra sensible de la ciudadanía europea: el desconocimiento. “Todo el mundo dice que la Unión Europea es un monstruo burocrático”, apuntan, “pero nadie sabe qué hace realmente el Consejo Europeo o la Comisión”.
El libro, destinado principalmente a adolescentes —aunque apto para cualquier edad—, desmenuza con sencillez el funcionamiento institucional de la UE, su historia, valores y competencias. Usando una estructura de preguntas y respuestas al estilo catecismo, la autora pone voz a la propia Unión, personificándola para dialogar con el lector. Un antiguo que, según los tertulianos, funciona: “no es un tratado denso ni un ensayo académico, pero sí una puerta de entrada accesible y, sobre todo, recurso útil para quienes nunca han mirado a Bruselas más allá de un titular”.
La conversación no escapa al dato. De la Iglesia desmonta el mito de la excesiva burocracia: “la Unión Europea tiene apenas 70.000 funcionarios, menos que la Generalitat Valenciana o la Comunidad de Madrid, y debe atender a 450 millones de ciudadanos”. Una comparación que no busca exculpar a la UE, sino contextualizar su tamaño real frente al ruido que la rodea.
El libro también aborda lo que la UE hace por sus ciudadanos: desde la promoción de la igualdad de género hasta la cohesión entre países. Pero el apartado más relevante sea el que quizás mira al futuro de la Unión. Se analiza, con sencillez, pero acierto, la desafección ciudadana, el Brexit y los posibles caminos que Europa podría recorrer, incluyendo las “varias velocidades”, un concepto poco conocido pero crucial para entender la flexibilidad interna de la Unión.
Tras esta reflexión europeísta, la tertulia da un giro abrupto hacia el mundo de las ideas abstractas, presentando al filósofo surcoreano-alemán Byung-Chul Han, reciente Premio Princesa de Asturias de Comunicación. De la mano del periodista Juan Carlos Galindo, se descompone su pensamiento, sus virtudes, sus críticas y también sus contradicciones.
Han es descrito como un pensador pop, un “rock star” de la filosofía, que encadena ensayos breves con títulos sugerentes: La sociedad del cansancio, La expulsión de lo distinto, La sociedad de la transparencia, entre otros. Su estilo es tan directo que sus frases parecen diseñadas para redes sociales. “Habla en titulares”, coinciden. Una virtud y una debilidad.
Frases como “ahora uno se explota a sí mismo creyendo que se está realizando” o “el neoliberalismo no reprime la libertad, la explotación” se reciben con asombro y escepticismo. Son ideas potentes, envolventes, casi adictivas, pero, como apunta uno de los tertulianos, “suenan muy bien, pero por detrás… ¿Qué hay?”.
La crítica hacia Han no se esconde: “no es un Coelho, pero tampoco un Princesa de Asturias”, se escucha con sorna. Su pensamiento se acusa, bebe demasiado de otros sin aportar gran novedad, aunque él lo llamé “actualizar pensadores del pasado”. Heidegger, Foucault, Debord… todos están en su cocina conceptual. Lo importante, sin embargo, es cómo presenta el plato.
Lo cierto es que Han ha sabido poner en palabras contemporáneas una incomodidad creciente con el mundo digital, el capitalismo de plataforma y el vaciamiento del yo. Sus ideas, aunque no revolucionarias, son útiles para diagnosticar un malestar común. “No somos dominados con látigo, sino con promesas de realización personal”, concluye. ¿No hay ahí una verdad digna de reflexión?
El contraste entre el libro de García y los ensayos de Han no puede ser mayor. El primero busca explicar con claridad. El segundo, provocar desde la estética del concepto. Pero ambos, de maneras distintas, invitan a pensar, a mirar más allá de la superficie: ya sea para comprender una institución que marca nuestras vidas o para cuestionar el sistema que nos promete libertad mientras nos seduce con la productividad infinita.
En el fondo, como señala uno de los tertulianos parafraseando a Machado, la clave está en lo que se dice, no en cómo se dice. Y aunque la forma seduce, el contenido sigue siendo el verdadero desafío. Porque, como demuestra este fragmento de conversación en una noche de radio, pensar —de verdad— sigue siendo un acto rebelde.