Después de tres años plantando nada más que cruces en los cementerios, es hora de plantar la sombrilla. Se viene el verano con un eco de bocata de chorizo y tuper de filete empanado, ensalada de garbanzos y rodaja de sandía contra el melón. El verano real siempre fue pobre y austero porque en verano se trata de no necesitar nada. Aquellos lujos de hamaca, champaña, reservado y bengala siempre me parecieron una deformación obscena del verano. Claro que uno puede darse sus lujos. Cariño, ponte guapa que esta noche nos vamos a echar gasolina.
Agotado el crédito, el CIS de Tezanos, el trifachito y el filón de Franco, Sánchez invoca unos poderes fácticos y mediáticos contra los que lucha. El cuento es que en contra de Sánchez están los cenáculos de Madrid con señores que fuman puros. ¿Por qué no señoras? ¿Qué pasa que no conspiran las mujeres?
El puro siempre ha funcionado como imagen retórica del poder. Felipe fumaba los de Fidel y Zapatero fumaba un piti en el balcón de Moncloa y en el baño del despacho como un jubilado de sí mismo.
Los poderes fuman contra Sánchez… Yo creo que los que más se conjuran contra mi Pedro son sus votantes, pero la conspiranoia es el último recurso antes de admitir que el mundo es una porquería porque sí porque lo es y hay que lidiar con ello. Si al sanchismo no le votan, pues será porque no le votan, chico qué le vamos a hacer, no hace falta inventarse humaredas contra las que pelear. Oh, Sánchez, aire límpido, máquina de Ozono, filtro de partículas, siempre sufriendo por un mundo sin fumeque. Antes la oposición le hacía el trumpismo y la ultraderecha y ahora le echan el humo. Así es que no se puede.
