Traigo lo bien que se ha quedado mi Españita cuando Sánchez ha aparecido en un vídeo con unos jóvenes de Parla tomando café y hablando del Salario Mínimo, muy comprensivo él. Hay algo sospechoso en el guión de la escena de café con leche proletario. Él habla como con incomodidad, como cuando entras a casa de alguien y de pronto te da cosilla el sofá y te preguntas: “¿Qué puñetas hago yo aquí?”
Después nos enteramos de que los jóvenes de Sánchez eran dos militantes socialistas. También el otro día jugaba a la petanca mientras charlaba de las pensiones con unos jubilados y también eran jubilados militantes socialistas. Menuda casualidad. O es que a Sánchez le ponen los pobres sanchistas de Madrid como a Franco decían que le enganchaban los salmones al anzuelo.
La realidad le queda a Sánchez como a un monje dos pistolas. Él es un hombre de acción. Me acuerdo de cuando aparecía en el Falcon en plan top Gun de la socialdemocracia y ahora parece, no sé.
Mirad, es un hombre, se dicen, es de verdad, como si hubiera sospechas de que fuera un globo espía chino de sí mismo. Será por mi natural propensión a llevar la contraria, pero a mí cuanto más se empeñan en que el presidente es de verdad, más se me parece a Monchito.
Cómo no será la imagen que tienen de Sánchez los ciudadanos que no es que pretendan que parezca un gran presidente, se conforman con que parezca un ser humano.
