Traigo ha granizado en Sanlúcar de Barrameda y Casa Bigote parece un restaurante de Saint Moritz. Nadie está a salvo del invierno. Al a gente a la que sacan de entre los escombros en Turquía le brillan los dos ojos encendidos en medio del polvo como dos faros en una ventisca.
Decís que a mi Españita la operan a corazón abierto con dientes de sierra. Irene Montero habla como Iglesias, viste como Iglesias, se inclina hacia los mismos principios políticos que Iglesias. Tiene hasta su misma coleta. Dice que lucha con el cuerpo -de verdad que no sé qué es esto de luchar con el cuerpo, poner el cuerpo, las tetas, lo otro, mucho cuerpo veo yo ahí-. Dice que ponen el cuerpo para que el PSOE va a volver a la Ley de la Manada. Montero reformó la Ley para endurecer el castigo contra los de la manada y casi pone en la calle a los de la manada. Después sacó a 400 violadores a la calle para proteger a la mujer.
Está la coalición para entrar a vivir. La coalición venimos viéndola desde hace cuatro años un poco como esas series en la que sabemos lo que va a pasar pero lo vivimos con la misma emoción a cada vez. Como Xena la princesa Guerrera esquivando el golpe, como el equipo A cuando volcaba el coche de los militares, como Sánchez con Bildu, como la marcha Radetzki.
Estamos en ese compás dramático en el que en cualquier ley, a los de Podemos les va la vida entera. Después ya sabemos cómo terminan: cogen la puerta, y se quedan.
