Traigo que se han reunido Putin y Biden en una de esas cumbres entre Rusia y Estados Unidos en las que cambia el presidente de los Estados Unidos y el presidente ruso siempre es el mismo. Putin ha dicho que la felicidad no existe y que solo es un espejismo en el horizonte.
Ja. Dime que no se nota la alegría del verano. Carolina Darias acaba de decir que hemos bajado de cien casos por cien mil habitantes. Vacunarán hasta a mi caballo. Autocita, monodosis, fin de las mascarillas. Hay una línea que une Wuhan, Pekín, Milán, Madrid y un chiringuito de Matalascañas. Quiero cruzar la bahía, Ay, mi Huelva, vacunar y vacunar.
Hasta Ursula Von der Leyen, que tiene nombre de armónica, ha aceptado el plan de reformas de España para la llegada de los millones de Europa. Sánchez ha sacado la cornucopia o cuerno de la abundancia. No recuperaremos los niveles de riqueza y de pobreza anteriores a la pandemia hasta 2024 con suerte, pero la vamos a gozar.
Ah, el Gobierno, minishorts y rulotte que va de aquí para allá. Duermes en un aparcamiento de la playa en cualquier recodo del camino te abre la mesa de diálogo y te saca unos choricillos a la sidra y voy a ver, que creo que me queda una de cava de San Sadurní D’Anoia. Escucharemos aquel disco de James Rhodes y cada mañana nos sorprenderemos del milagro de la vida, haremos bromas con que los indultos son para el verano y diremos “Qué rica está el agua, ¿la has probado?” Y cuando baje el sol en la playa de mi Españita postpandemia alguien comentará “ahora sí que se está bien aquí”.