He apuntado el cierre de bares y de campañas. Mi Españita suena a persianazo. Por Barcelona van los chamanes de lo imposible y los sacerdotes de la pureza nacionalista. Hacen su agosto los sepultureros, los indecisos y los vendendores de bolas de cristal.
Salvador Illa, héroe por sorpresa, autobús parado y una grúa de remolques José Félix Tezanos. Parecía un filósofo despistado cuando lo cambiamos por un ministro de Sanidad, y ahí lo tienes abriendo la caja de Pandora y de la Borrás, Laura, que es nombre de tango, y de acusación de fraccionar contratos públicos para los amigos.
Illa ha movilizado a sus votantes y a los de enfrente. Iba a ser la muleta de Esquerra y casi lo echa al monte de los unilateralismos, del tinelazo, del España ens Roba, y del España ens mata.
Dan las quinielas como favorita a una candidata imputada. No es que imputen a los presidentes de la Generalitat, es que vienen imputados de casa, pero Laura, yo qué sé, si eres Xena La princesa Guerrera. Si te acaricia la melena el mistral irresistible del supremacismo y la tramuntana de las elites catalanas que viene como de Andorra.
Andorra Andorra, mi Andorrita, cuánto te echo de menos, tu románico, tus bosques, tus youtubers y tus fruterías. Están las fresas por las nubes, las berenjenas por los suelos, dan piña en Ciudadanos y una Pera a Aragonés. Con todo lo que ha cambiado el mundo en un año, y en Cataluña todo sigue igual.
