Traigo que el Congreso de los Diputados le estaba entregando el corazón a Sánchez en una cajita de plata y Sánchez no estaba. se había ido justo cuando comenzó a hablar Pablo Casado. El presidente del Gobierno estaba pidiendo a España la suspensión de los mecanismos de control de la democracia durante seis meses de Estado de Alarma. Poco me parece, con lo hermoso que es el presidente. Digo que su pedridad se ausentó del debate porque tenía otras cosas que hacer, y solo dejó a Echenique y un futbolín para que Ciudadanos pasara por debajo.
Podría haber puesto algo en el escaño vacío
De pronto Mi Españita del desconsuelo fue ese escaño fuera de contexto de sí mismo, casi como de eco de piso de mudanza, casi de hotel del Resplandor. Podría haber puesto algo, un póster tamaño natural de sí mismo, el bolso de Soraya como dice Rafa Latorre, a Fernando Simón, qué digo a Simón, una camiseta de Fernando Simón, una camiseta de Fernando Simón, la moto, el globo, la almendrita.
Ojalá hubiera sentado allí un cartel de Salimos más fuertes, una persiana cerrada, la curva doblegada que ahora hay que doblegar de nuevo, una camarera de hotel de Las Palmas de Gran Canaria, un cabestro de los sanfermines, el lunes de resaca en Sevilla o el busca del triaje del Gregorio Marañón. Que hubiera puesto lo que fuera en la silla, pero no este vacío no hubiera parecido que en España manda un escaño vacío.
