Traigo las notas del catorce de marzo. Hemos vuelto de Polonia. Ya no sabe uno si se despierta en Ávila o en Varsovia. Te pegas unas sorpresas por las mañanas… Cuando viajas mucho, pierdes la noción del espacio durante la noche y te despiertas de madrugada uy te dices pero dónde estoy y miras el bolígrafo de la mesilla los jaboncillos por si viene el hotel y la ciudad en la que te encuentras. te pegas unas sorpresas: Anda, Salamanca, mira qué bien.
A ver, si hoy es lunes, esto es el sanchismo. Son muy graciosos los acaparadores. Compran lo que no hay por si se acaba, ¿no es fantástico? El ser humano tiene esas cositas rebonitas. Dicen que se acaba el aceite. Todos a comprar aceite. Que se acaba el papel higiénico. Que se acaba la levadura, y todos a por levadura. Esa sincronización del ciudadano en el error me resulta irresistible aunque es una pena que solo nos pongamos de acuerdo para hacer el bobo.
Me gustan los pensamientos acerca de que pasaría si todos hiciéramos algo a la vez. De niños cuando nos aburríamos -ahora los niños no se aburren- perdíamos el tiempo en esas tonterías. Si todos los chinos encendieran un mechero a la vez, explotaría el mundo, si todos los chinos saltaran a la vez, se modificaría la órbita terrestre. Si todos tiráramos de la cisterna al mismo tiempo, si todos votáramos a Pedro Sánchez, dime qué maravilla sería.
Si todos compramos aceite de girasol, se acaba el aceite de girasol, nos ha fastidiado. Si compra cuatro litros de aceite de girasol hasta la gente que no toma aceite de girasol porque alguien ha dicho que se termina el aceite de girasol. Ojalá alguien diga que se acaban los libros, tú veras a toda esa gente leyendo.
