Traigo que Pedro Sánchez ha anunciado que el 26 de junio dejaremos de llevar la mascarilla en exteriores. Que era duro decírselo a la gente, vale, pero ahí está el presidente del Gobierno siempre dispuesto a comerse un marrón.
Españita, enseña esa cara que tú tienes. Anda y que te veamos de nuevo la sonrisa y los surcos de los lagrimones, de la pena y del cansancio, las trazas de todo lo que nos ha pasado. Ya puedes ir a cara descubierta al paseo del domingo, a la terraza de la cafetería, a la cola del paro, al borde del precipicio y a dejar unas flores en el cementerio, pero también puedes ir por ahí a silbar de nuevo, a reír sola, a hablar sola y a cantar sola, y si piensan que estás loca, qué importa.
Corre a saludar a la gente con un qué tal susurrado o con una sonrisa aunque sea falsa, tira un beso, saca la lengua y no esta cosa de ir gritando por la calle “Hola” y dando cabezazos y reverencias como si fuéramos un embajador japonés. Sal ahí, que quiero verte al aire de la calle de tu domingo por la mañana, y en la noche caliente y dulce de tu verano.
Te admiro, España, ¿sabes? y te reconozco que verte pasear con la mascarilla en la soledad de la playa, del parque o de la montaña me ha parecido el ejercicio de la mayor de las disciplinas y también el mayor de los absurdos. Anda y corre a buscar el pintalabios. No sabes ni dónde lo tienes.
