El riesgo de ser víctimas de intentos de fraudepor internet es un signo de nuestro tiempo. Tenemos que aprender a convivir con él, pero no caer en la trampa. Es necesario formarse para saber identificar estos abusos y evitar que los malos tengan éxito.
Para combatir el fraude hace falta la participación de toda la cadena: los usuarios tienen que prestar la atención necesaria para no entregar sus claves a los ciberdelincuentes; las empresas de telecomunicaciones, que hacen de autopista de los datos, también tienen que dotarse de buenos sistemas que hagan de dique de contención de las estafas; y, por supuesto, las compañías de servicios y los organismos públicos tienen que contar con medidas que garanticen la confidencialidad de los datos de sus clientes.
Este es un terreno en el que también es muy importante la colaboración pública, del Instituto Nacional de Ciberseguridad, la Guardia Civil o la Policía. La avaricia forma parte de la condición humana y protegerse de ella es un responsabilidad compartida, colectiva a fin de cuentas.