Y llegaron millones de pacientes a los hospitales a partir de aquella semana de finales de marzo de 2020 cuando se acabó declarando el Estado de alarma por el COVID. Más de tres años después del primer positivo diagnosticado aquí en España, hay quienes siguen teniendo secuelas. Al menos el 10% de los que se infectaron en algún momento por SARS-CoV-2 tienen o han desarrollado Covid persistente. Casi la mitad que lo padecen, están de baja o bien trabajan con dificultades según los resultados preliminares de una encuesta realizada por la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia. Apenas un 3% ha logrado una incapacidad permanente y solo el 15% de los afectados hace vida normal.
Esta consecuencia de la enfermedad puede durar meses, incluso años después del contagio. Sus síntomas son muchos: mareos, migrañas, cierta fatiga, déficit de atención, dificultad para respirar, pérdida de memoria, gusto, olfato, etc. Incluso varios de estos síntomas puede sufrirlo la misma persona y ser tratada por varios especialistas médicos. Lo que se convierte en un calvario.
Pilar Rodríguez Ledo, presidenta de la Red Española de Investigación en COVID Persistente (REiCOP) y nueva presidenta de la SEMG (Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia), manifiesta que esta pandemia "ha dejado atrás" a gente que no tiene sus necesidades de salud cubiertas.
Rodríguez Ledo denuncia que la falta de conocimiento no implica que se tenga derecho a dudar de la existencia de la enfermedad, ya que sería "como si dudáramos de que una persona tiene lumbalgia".
Explica además que una de las principales consecuencias que produce la Covid persistente es la alteración funcional y no poder cubrir las funciones que antes se desarrollaban de una forma normal por el conglomerado de síntomas.
