La carta de Ónega al trabajador autónomo: "De ti se publican cada día datos tremendos"
Buenas noches, trabajador autónomo, a veces pequeñísimo empresario. Empresario de ti mismo. Eres la primera víctima de la hibernación de la economía.
Hace nada, de la noche a la mañana, en lo que tarda en entrar en vigor un decreto, te encontraste confinado en tu casa. Como todos, dirá alguien. Bueno, como muchos, porque hay autónomos que tenemos el privilegio del teletrabajo. Y hay asalariados que siguen recibiendo el sueldo. Y están los afectados de los ERTE, que también lo perciben, aunque sea en forma de subsidio.
Pero tú, autónomo que vives de los encargos; tú, que tienes tu pequeño taller o tu pequeña oficina; o tú, el que yo llamo cuando se me estropea el ordenador, cuando se me avería la antena, cuando se me rompe la lavadora; o tú, que tienes un taxi o una furgoneta de reparto; o tú, el de la pequeña tienda cerrada, el del negocio que trabajabas de sol o sol, si no puedes salir y estás confinado, sencillamente es que no comes ni puedes dar de comer a tus hijos.
De ti se publican cada día datos tremendos. Hoy, por ejemplo, se dijo que uno de cada tres creéis que perderéis vuestro negocio para siempre. Y ocho de cada diez pensáis que ese negocio –se llama negocio a cualquier cosa—va a empeorar.
Maldito virus, que os escogió como víctimas principales. Pero también hoy habéis tenido un pequeño alivio. Supongo que el gobierno ha cumplido su palabra y os ingresó el 70 por ciento de nuestra base de cotización: 661 euros.
No mucho más, porque la mayoría de vosotros cotizáis por el mínimo. 661 euros es una pequeñísima cantidad para cada uno, más pequeña todavía para una familia, pero una gran cantidad para las arcas públicas, que se tienen que desprender de 600 millones mensuales, con lo que duele a las arcas públicas desprenderse de un euro para un necesitado.
Aprovecho esta disculpa para saludarte, compañero. Me gustaría decirte que no te deprimas, porque esto es un mal pasajero; que pasará el virus, que se levantará el estado de alarma y volveremos a la normalidad. Pero yo no soy ministro, que todo lo ven lleno de esperanza. Solo soy un escribidor que te quiere decir que entiende tus quejas, que comparte tus miedos y que oye, como el poeta, tu aflicción.