LA BRÚJULA

La carta de Ónega a la reina Isabel II: "La serie que hemos visto se ha quedado pequeña"

Fernando Ónega dirige su carta, en La brújula, a la reina Isabel II de Inglaterra por los escándalos de sus hijos.

Fernando Ónega

Madrid | 16.02.2022 23:30

Buenas noches a la reina Isabel II de Inglaterra.

Tengo una inquietud, majestad: cuándo terminarán sus annus horribilis. Es que, señora, no sale de una y la meten en otra. Hace nada, estábamos celebrando su jubileo, sus 70 años con el título de Su Graciosa Majestad. Y el mundo se admiró de su buen aspecto, cosa que soy el primero en celebrar. Y nos seguimos admirando de su aguante físico que le pondrá dentro de nada en los cien años de edad, cosa que también celebro. Y hasta fuimos complacientes con su soberana voluntad de que Camila, duquesa de Cornualles, sea reconocida como reina, detalle que no tuvo vuestra majestad con su augusto marido, que vivió como duque, disfrutó como duque y de duque se murió. Y ahora, sus hijos, señora. Uno le afecta a la honra, y el otro al patrimonio.

El primogénito, Carlos, el marido de Camila, tiene una fundación investigada por Scotland Yard: es que dicen las malas lenguas, sin duda poco cortesanas, que esa fundación cobraba por los títulos nobiliarios que se concedían, supongo que firmados por vuestra majestad. Como la policía lo demuestre, su hijo, futuro rey, es un tendero con una tienda que, si fuera física, pondría en la fachada: "Antigüedades Charles". Y debajo, "Venta de títulos". Y en la publicidad que no se hizo, diría: "Oportunidad única. Lores, condes, duques, adquiera un título para su familia. Facilidades de pago". Y una advertencia: "Absoluta discreción, abstenerse curiosos".

Y esta semana, lo de Andrés: 12 o 14 millones de euros, ya perdí la cuenta, para ponerle una mascarilla a la chica de la que abusó, y usted pondrá una parte como buena madre. Una inversión en imagen, se puede decir; una forma económica de protegerse de los focos de un juicio; un modo de evitar el infierno mediático porque, cuando se juzga a un hijo de tanta alcurnia, los pensamientos se van a los padres. Y la madre, que es usted, no merece un mal pensamiento. ¿Será por dinero? No parece que sea su problema, majestad.

Su problema son los annus horribilis que, pese a todo, no pasan por usted. Me parece que la serie que hemos visto se ha quedado pequeña. Falta por contar lo que le han costado los placeres carnales de los chicos. Los placeres, más que los amores, más caros de la historia de la humanidad.