EN LA BRÚJULA

La carta de Ónega al SEPE de Baleares: “¿Y quién soy yo para dudar de la magnanimidad del señor ministro?”

Cuenta la leyenda que una vez –en el franquismo debió ser-- un ministro se equivocó en el pago del fondo de reptiles y le dio a alguien un sobre equivocado. Tan equivocado, que el sobre contenía 50.000 pesetas, en vez de 5.000.

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El agraciado vio esa cantidad, se perdió para disfrutarla y, cuando volvió al mes siguiente, el ministro lo bronqueó: ¿pero no se dio cuenta de que esa cantidad no podía ser para usted? Y el perceptor le replicó: “¿Y quién soy yo para dudar de la magnificencia y la magnanimidad del señor ministro?”.

Pues lo de Baleares que hoy ha descubierto y viene contando Onda Cero es parecido: el Servicio Estatal Público de Empleo se equivocó en el pago de los ERTE y pagó 24 millones de euros de más a 20.000 trabajadores, unos 1.200 euros por persona, y ahora les reclama su devolución.

Si lo han gastado ya, cosa que yo haría, lo pueden devolver a plazos, pero pagando intereses. Yo no voy a echaros la bronca, funcionarios del SEPE. No os voy a echar la bronca porque el que tiene boca se equivoca y además, en la tramitación de los ERTE, habéis estado y estáis más desbordados que una enfermera de centro de salud.

A alguien se le fue la mano, eso es todo, y los perceptores vieron los ingresos y se dijeron que no está mal esto de los ERTE, aunque a veces se haya cobrado tarde; que se gana más acogiéndose a un expediente de esos que dando el callo ocho horas diarias; y que, como el perceptor del fondo de reptiles, ninguno de los 20.000 tiene razones para dudar de la magnanimidad del gobierno, que no quiere que nadie se quede atrás.

Algunos incluso habrán bendecido el coronavirus, que les mejoró el sueldo. Lo malo es que, al despertar, el dinosaurio cobrador estaba allí, a la puerta de los 20.000 trabajadores, un 15 por ciento de los acogidos en las Islas Baleares y estaba cantando una copla: devuélveme el rosario de mi madre.

Y los trabajadores dirán “Santa Rita, Rita, lo que se da no se quita”. Y yo me quedo pensando qué fácil se escapan 24 millones entre trabajadores, pero solo cuando son muchos. Y la ley del más fuerte demostrará otra vez lo que ya sabemos: con qué facilidad se recuperan millones de un error y cuánto cuesta recuperar un euro de la corrupción.