La carta de Ónega a Díaz Ayuso: "Sus palabras sonaron como las de una lideresa de la oposición estatal con ganas de guerra"

Y buenas noches, Isabel Díaz Ayuso. Y felicidades por su segunda investidura. La empieza usted arremangada y con la navaja en la liga. Que tomen nota en Moncloa, que la chica del barrio viene fina, impetuosa y sin complejos. Sus palabras, Isabel, no sonaron como las de una presidenta de comunidad autónoma, que sonaron como las de una lideresa de la oposición estatal con ganas de guerra: “Hoy comienza, dijo, el fin del sanchismo”. Le ha cogido gusto a ese papel que tantos votos le ha dado y promete dos años entretenidos.

Esa guerra que digo va a ser total. Tendrá usted colegas de cargo de otras autonomías diciendo que la bajada de impuestos es competencia desleal. “Dumping fiscal”, ya le llamaban antes de las elecciones. Supongo que la ministra de Hacienda se ha puesto a armonizar los impuestos autonómicos para que no consiga rebajar el IRPF, norma que usted utilizará también como arma contra Sánchez. Y, por lo escuchado hoy en la Asamblea de Madrid, va a haber que retransmitir en directo los plenos porque mire cómo viene la cosa: Mónica García, que tampoco se calla, dispuesta a hacer una oposición férrea, crecida como está por ser el principal partido oponente.

El grupo socialista, dispuesto a defender a su jefe supremo. Los de Unidas Podemos salieron hoy calientes por los ataques racistas de Rocío Monasterio a uno de sus diputados. Esa es otra, Isabel: Vox, los guerrilleros y guerrilleras de Vox. Hoy le dieron a usted sus trece votos, pero mire cómo se los quieren cobrar: con la anulación de las leyes LGTBI y el cierre de Telemadrid. Eso, para abrir boca, que luego puede venir el pin parental y sabe Dios qué. Está usted rodeada, Isabel, por la izquierda que quiere tumbarla y por la derecha-derecha que la quiere gobernar.

Y mucho me temo que vigilada por Génova, no sea que crezca usted demasiado. Le diré una cosa: hace bien. El mundo es de los intrépidos. ¡Abajo los indecisos y los apocados! Si hay que dar la batalla de las ideas, que se dé de una vez. Si hay que morir en la refriega, se muere a cara descubierta. Y en cuanto al fin del sanchismo, ya veremos, Isabel. Pedro Sánchez, como usted, es de Madrid, a los madrileños les llaman gatos, y los gatos tienen siete vidas.