LA CARTA DE ÓNEGA

Ónega: "Qué difícil es, señor Ábalos, dar una explicación convincente cuando la primera no lo ha sido"

Fernando Ónega dedica su carta al ministro José Luis Ábalos y a su encuentro con Delcy Rodríguez.

Fernando Ónega

Madrid | 27.01.2020 23:27

Y buenas noches a don José Luis Ábalos Meco, ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana. Por lo que estamos viendo y oyendo estos días, señor Ábalos, el nombre de su nuevo ministerio se ajusta como anillo al dedo al tema que le ocupó estos días. Parece una premonición llamarle ministro de Transportes antes de verse con la pasajera Delcy y no digamos llamarle de Movilidad, después de todo lo que esa señora se movió por la zona de tránsitos de Barajas.

Las cámaras de seguridad del aeropuerto están siendo más visitadas que el Bernabéu cuando viene a jugar el Barsa. Hoy esperaba escucharle tras la reunión de la Ejecutiva del PSOE, pero nos dio calabazas y le hizo pasar el trago a Cristina Narbona. ¡Cómo le entiendo, ministro! Si usted comparece, usted sería el tema. Usted y Delcy. Ni Cataluña, ni Torra, ni Código Penal. El asunto es usted y sus pasos.

La novela es una narración de cómo supo que estaba Delcy, de qué hablaron, qué hizo ella después y el gran misterio: qué reportó usted al presidente, que al final es su gran defensor. Nunca tuvo usted una cita con dama que diese tanto que hablar. Y hubo momentos en que parecía el marido cazado en una aventura fuera de casa: no es lo que parece, cariño; un amigo que me dijo que me la presentaba y la saludara; y después, le fui a decir que no anduviera por allí, que era zona peligrosa; bueno sí, hablamos 20 o 25 minutos, pero ni tocarnos; bueno, sí, se fue en otro avión… Cariño, siempre te he dicho lo mismo, solo que lo voy ampliando cada vez que me preguntas.

¡Pobre ministro Ábalos! Tan querido por los medios, y ahora tantos disparos. Levantarse cada mañana es disponerse a un nuevo tiroteo. Yo estoy convencido de que usted no violó ninguna ley ni acuerdo internacional. Pero, por multitud de fallos, le tocó ser el chivo expiatorio de una crisis, quién sabe si de un cambio de política. Le tocó, Ábalos. ¡Y qué difícil resulta ser inocente cuando hay tantas voces dispuestas a sembrar la desconfianza! ¡Qué imposible todo, señor Ábalos, cuando uno es señalado por quienes aprovechan su caso para montar el gran escándalo político! ¡Qué difícil es dar una explicación convincente cuando la primera no lo ha sido!