Juan Adriansens opina que "la frivolidad es algo muy hermoso algunas veces" y que "desde el punto de vista artístico la frivolidad ha dado muestras maravillosas". Argumenta la faceta positiva de la frivolidad explicando que "la frivolidad nace en épocas de tensión porque ayuda a dulcificar esas tensiones".
Elisa Beni cree que "la frivolidad se refiere más a la superficialidad que a lo superfluo". Explica que "hay dos ámbitos de la frivolidad: la ligereza de la parte lúdica de la vida y, por otro lado, aquel que se ocupa únicamente de cosas sin importancia", y que "cuando esta última frivolidad rige en campos realmente sustanciales, hace mucho daño".
Juan Carlos Girauta comenta que "la percepción de la frivolidad es diferente para cada persona" puesto que "para mucha gente el arte es superfluo y otros no conciben la vida sin el arte". Marca el límite histórico de esta tendencia en el holocausto y explica que este momento "acaba con la posibilidad de que occidente pueda permitirse la frivolidad en su conducta".