A la cultura se la silenció en pleno confinamiento, paradójicamente ya que a muchos nos salvó de la locura el poder escuchar música, leer libros o cómics y ver cine, en casa. Obviamente, además de rozarnos con algún ser vivo, hablar a distancia con nuestros seres queridos, degustar nuestros propios menús y oler un aire mucho más limpio. Para un melómano como yo, de los cinco sentidos básicos en humanos, probablemente el oído sea el más preciado. Supongo que cualquier oyente estará de acuerdo.
Hace medio año escribí con entusiasmo la crítica de un EP titulado 7 Acúfenos populares, con sendas adaptaciones facturadas en su propio encierro por mis estimados Crudo Pimento. Quién me hubiera dicho que hoy, día en el cual mi compañera Tatiana se vuelve cuarentona, por haber sufrido quien ahora os locuta recientemente tinnitus, dedicaríamos nuestro NMHA precisamente al oído.
Recientemente el premio Oscar a Mejor Sonido se ha otorgado al drama Sound of Metal (Darius Marder, 2019), en el cual Riz Ahmed interpreta al baterista de un ficticio dúo que pierde repentinamente su audición. El pasado fin de semana descubrí, a través del biográfico libro Pentagramas (Raspabook, 2021), que precisamente fue el genio sordo que escuchamos de fondo quien despertó una oscura pasión por la música más heavy en un niño con vocación a poeta y condición de juez. Por sus señales, propongo abrirnos de orejas a la verdadera libertad.
Miguel Tébar A.