La llegada de Lewandowski, evidentemente, es garantía de gol, bien arropado por Dembele y Raphinha, consolidan un equipo muy goleador y muy ofensivo, que además tiene unas transiciones en ataque mortales de necesidad.
Es cierto que durante los primeros 20 minutos de juego en el Sánchez Pizjuán, el Barcelona estuvo incómodo e incluso a merced de un Sevilla que dispuso de las mejores oportunidades del partido y que pudo, e incluso, mereció adelantarse en el marcador. Fue un mal arranque de los azulgrana y una buena presión y salida local, que debe servir a los catalanes para no volver a verse sorprendidos. Pero ahí surgió la pegada descomunal de este equipo y en dos rápidas acciones puso tierra de por medio en el marcador y mermó la ya de por sí muy baja moral de los locales, que solo han sumado 1 punto de los doces posibles hasta el momento. Cifras paupérrimas para los andaluces.
Muy positivo es el hecho de que se afiancen en la titularidad tres niños de menos de 20 años como Pedri, con 19 o Balde y Gavi, que volvió a ser el mejor del equipo, con solo 18 años.
A destacar una vez más otra portería a cero de un Ter Stegen con máxima confianza, el primer gol de Eric Garcia, y los minutos de De Jong en la segunda parte, confirmando que aquí nadie se duerme en los laureles y que cuando el entrenador mueve el banquillo hay muchos jugadores que quieren tratar de demostrar que tienen el sitio en el once titular. La normalidad con la que entró en el terreno de juego Jordi Alba para tratar de recuperar esa titularidad ahora perdída.
A mejorar ese arranque de partido pero el Barcelona sigue en clara línea ascendente y demostrando que es muy superior a muchos de los equipos con los que va competir esta temporada en la liga. Ah, y que Lewandowski es mucho Lewandowski, y mucho más que un goleador. Un jugador que le ha caído del cielo al Barcelona.