Héctor nos explica el poder que tenía el gremio de mareantes, y cómo la liberalización del mercado cambió la forma en la que se vendía la pesca. La lonja (la que hoy es un equipamiento cultural en el puerto deportivo) se convirtió en el primer paso de una cadena y albergaba las subastas de pescado. Hoy, en la lonja del musel, el concepto es similar, aunque la tecnología ha modificado el sistema.
Este cambio es uno relevante en una historia pesquera de la ciudad que siempre fue importante. Desde la época en la que se cazaban ballenas. Y el barrio de Cimavilla tiene nombre propio en todo esto. Era un barrio que vivía de la pesca. Allí se vendía, oficial y extraoficialmente, el pescado que llegaba, y raro era el habitante de Cimavilla que no estaba relacionado con este sector. En torno a los años 60 la actividad local empezó a decaer, y todo empezó a cambiar de forma definitiva a mediados de la década de los 80, cuando el puerto deportivo se trasformó. La actividad pesquera se trasladó al Musel (la actual lonja se inauguró en 1987), desaparecieron las conserveras y el barrio empezó a perder la vida pesquera.