Félix Romero se ha cansado. No lo tiene decidido del todo pero posiblemente deje de poner la otra mejilla como considera que ha hecho y como ciertamente evidencian los documentos, las resoluciones judiciales que ya le han eximido de culpa en los cuatro procedimientos penales a los que se ha tenido que enfrentar.
También es cierto que las decisiones no son firmes, algo que por otra parte puede ser esa gota que colme su paciencia; la de tener que plantearse de nuevo ante un juez, por alguno o algunos de esos casos.
Y ya no es tanto el hecho en sí, sino las causas, que lejos están, asegura, de buscar la verdad, o de una sospecha cierta de que haya cometido alguna ilegalidad. En su convencimiento está, por quién y cuándo se presentan las denuncias, que lo único que hay detrás de ellas es un rédito político, un beneficio electoral.
La parte mala de la judicialización de la gestión municipal.