CON HÉCTOR BLANCO

Las "maromas" de la playa

Una señora de 80 años nos cuenta sus recuerdos sobre las "maromas de San Lorenzo". Hablamos de unas sogas que daban seguridad a unos bañistas que no sabían nadar y que acudían a darse un baño con ropas poco adecuadas.

Guillermo Figueroa

Gijón |

Héctor Blanco nos explica que la llegada de las maromas coincidió con la popularización de los baños en la playa. Estamos hablando en el entorno de la década de 1880, cuando el "veraneo" empieza a coger fuerza impulsado por los beneficios medicinales de bañarse en el mar. Desaparecieron en la década de 1950 cuando dejaron de tener sentido. Para entonces más gente sabía nadar y se incorporaron los servicios de salvamento y socorristas. Hasta entonces, quienes ayudaban a los bañistas en apuros eran los "maromos", hombres fuertes que custodiaban las maromas.

Estas sogas que ayudaban a los gijoneses del pasado eran propiedad de los balneario, por lo que generalmente se pagaba por su uso. Para que bañarse en San Lorenzo fuese gratis quedaba el baño libre, aunque, nos cuenta Héctor, se solía hacer la vista gorda si alguien se cogía al cabo sin haber pagado.

Eran otros tiempos. La gente acudía a la playa "vestida". Algo poco recomendable porque al mojarse la ropa pesaba y era un peligro más. Hay que tener en cuenta que hasta estas fechas ir a la playa a bañarse era algo raro. El mar era un peligro porque, de coger frío y ponerte mal, podía llegar a matarte en unos tiempos en los que la medicina no estaba tan avanzada.

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San lorenzo fue el gran arenal en contar con maromas. Por un periodo plazo de tiempo pudieron verse en Pando, pero duraron poco. Fue un servicio copiado de otras ciudades.

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