EL CORONAVIRUS Y EL SECTOR AUDIOVISUAL

La "marcha atrás" de los cines chinos siembra dudas sobre el futuro del audiovisual en Occidente

Crónica de cómo China intentó reabrir sus cines como símbolo del final de la cuarentena del coronavirus... y de cómo la realidad impuso de nuevo un cerrojazo a las salas

Janina Pérez Arias

Bremen | 31.03.2020 10:57

Sala de cine repleta de público en China
Sala de cine repleta de público en China | ONDA CERO

La que nos llegaba la semana pasada parecía una noticia esperanzadora: tras más de dos meses de absoluta oscuridad, en China se reabrirían algunas salas de cine. Nos alegramos y nos sorprendimos muy pronto, ya que en menos de una semana los organismos gubernamentales -como el China Film Group y todas las autoridades que controlan cada paso en la industria- decidieron dar marcha atrás debido a una posible segunda ola del coronavirus en ese país. La industria del audiovisual chino, que se mueve en las cifras de los mil millones de ganancias, lleva paralizada desde el pasado 25 de enero, coincidiendo con las celebraciones del Año Nuevo Chino, lo que suele significar un considerable incremento en la taquilla.

El Año de la Rata empezó mal, muy que pero muy mal. Sobre todo para la industria cinematográfica china, que apenas transcurridos unos 15 días desde el cierre de las salas reportaba pérdidas de alrededor de 1.000 millones de dólares, según aseguraba The Hollywood Reporter. Desde entonces hasta ahora, mejor no sacar cuentas... porque la cosa da vértigo. Parece lejano aquel fatídico mes de febrero, porque mirando hacia atrás ni nos imaginábamos [¡vale!, los expertos en virus y epidemias sí…] lo que se nos venía encima.

Crónica de una misión abortada

El pasado 20 de marzo, con la crisis supuestamente superada, China se dispuso a dar un paso hacia la normalidad al dar luz verde a la reapertura de entre 495 y 700 cines -de los 70.000 contabilizados en el país-, lo que representaba cerca del 5% de la totalidad de salas. Mientras esto ocurría, alrededor del mundo se procedía a echar el cerrojo en las salas de cine, a parar rodajes, pre y postproducciones, a tachar estrenos, cancelar o aplazar a fechas futuras festivales de cine [como el de Cannes, que aún se encuentra en estado de “postergado”], etc. Es decir, un absoluto desastre.

Al darse a conocer el citado plan de reapertura en China, la revista Variety se hacía una pregunta sin ánimos de aguar la fiesta. ¿Cómo se puede convencer al público de asistir a las salas, y a la vez a los implicados (distribuidores, exhibidores) de que habrá asistencia? Con una población que acababa de salir de un encierro a cal y canto -además, un encierro recontravigilado-, privada del contacto con familiares y amigos durante tantas semanas, con el pánico e incertidumbre aún a flor de piel, traumatizada por la pérdida de miles de personas... esa vuelta a la normalidad, o sea, convencer al público de ir al cine a ver una película, no parecía una tarea fácil.

Para no alargar el relato, la intentona resultó una misión abortada. No había pasado ni una semana cuando se dio la contraorden: a cerrar todo otra vez y hasta nuevo aviso. Como todos los sectores económicos de China, la industria cinematográfica se encuentra estos días en la disyuntiva de, por una parte, intentar revivir la economía -aunque sea con respiración boca a boca-, y por otra de prevenir o minimizar una reaparición de la pandemia. Esta vez apostaron por lo segundo.

Interesante estrategia

Ya no es que China tenga un huso horario algo más adelantado que Occidente, sino que también vive en el futuro con esto de la crisis del coronavirus, por lo que es interesante echarle una miradita a la estrategia de reapertura de cines que se habían planteado. ¡Y es que de todo se puede aprender! Aquí van algunos datos curiosos, por ponerle un adjetivo, de esa estrategia:

a) La cartelera se reabriría sin estrenos pero con una interesante mezcla de producciones chinas, como la cinta de animación 'Ne Zha', una de ciencia ficción sobre el posible fin del planeta [vaya ironía] llamada 'La tierra errante' o la coproducción chino-francesa 'El último lobo' de Jean-Jacques Annaud. Pero también se exhibirían algunas películas en lengua inglesa como 'Green Book', 'Harry Potter y la piedra filosofal' o las cuatro entregas de 'Los vengadores' de Marvel. Todas ellas películas ya estrenadas, pero que hicieron en el pasado mucho dinero en taquilla. Ante la inseguridad de una total salubridad, ¿merecería la pena correr el riesgo de ir al cine por una película “antigua”?

b) El número de cines con permiso para reabrir representaba menos del 5% de los 70.000 de todo el país. En Shanghái, por ejemplo, le habían dado luz verde a 205 cines de los 380 existentes, y durante esos escasos días sólo ocho alcanzaron a abrir.

c) Los cines se quedarían con el 100% de la recaudación. La renuncia de su porcentaje correspondiente de las entradas es una muestra de la buena voluntad de los distribuidores y productores locales en eso de darle un espaldarazo a los exhibidores.

d) La gran mayoría de estas salas no estaba en ciudades grandes o importantes. De hecho, las primeras salas abrieron en Xinjiang, una región remota conocida por las revueltas de la etnia uigur. Y según dio a conocer el South China Morning Post, en la provincia sureña de Guandong, reconocida como la mayor región cinematográfica de China, llegaron a operar hasta 35 salas.

e) Mientras estuvieron abiertos los cines, se registraron entre 1 y 2 espectadores de media cada día, con un total de 1.003 en todos esos días y en todo el país. Esto según las cifras de Maoyan Entertainment, que monitorea la taquilla cinematográfica en toda China.

Esta escasa cifra da mucho que pensar al tratarse de la megapoblada China. Puede que cantidad refleje al menos dos cosas: el miedo a asistir a una proyección a pesar de todas las medidas sanitarias desplegadas y que, después de la hecatombe económica, el público se lo piensa dos veces antes de pagar los 3,20€ de la entrada (repetimos) de una película ya estrenada. Una vez que la pandemia esté bajo control y nos toque encender nuevamente los motores de la industria cinematográfica, regresar a la normalidad y al calendario de estrenos, sin duda lo que haga o deje de hacer China será un ejemplo para el futuro que nos espera. Nada será fácil, pero esperemos que no sea una misión imposible.