Noche de claros y oscuros en el Bernabéu. Un Real Madrid ya clasificado para los octavos de final despachó el trámite ante el Ajax con una hora de fútbol de salón y 30 minutos de zozobra. Lo que pintaba como una exhibición del equipo de Mourinho acabó dejando patente una preocupante sensación en el Bernabéu. Durante media hora faltó la brújula, las coordenadas en el mapa blanco.
Mourinho debería centrarse en descubrir las razones para entender las desconexiones que se producen esta temporada en muchos partidos. Hasta el golazo de Kaká, el Real Madrid actuó como una orquesta afinada, tras el zapatazo del brasileño se difuminó de forma inexplicable.
Lo mejor del equipo de Mourinho fueron los detalles de Luka Modric, la magia de Benzema y el acierto puntual de Callejón, al margen de un Cristiano que siempre aparece en su cita con el gol. El portugués abrió el marcador tras un gran pase de Modric a la carrera de Benzema. El francés controló y regaló el gol a Cristiano ante la media salida de Vermeer.
Uno de los mejores hasta ese momento estaba siendo Coentrao, con disparo a la madera incluido, pero fue sustituido por precaución por parte de Mourinho. No le afectó al Madrid el incidente, que durante la primera parte bordó el fútbol con intensidad, velocidad y calidad. Buena prueba de ello fue el segundo gol.
Callejón tiró un desmarque a la espalda de la zaga holandesa y Modric envió un pase medido. El canterano hizo fácil lo difícil. Controló con sutileza y la puso en la cepa del poste con el exterior. El Ajax era un juguete en manos del campeón español. Vermeer aguantó a su equipo en el partido con un par de manos de mérito, en especial una a disparo de Khedira.
El descanso llegó entre los aplausos del Bernabéu. Y las ovaciones aún continuarían con el zapatazo de Kaká desde la frontal. Un disparo sutil con el exterior y que puso en pie al público del Bernabéu. Todo era una fiesta y de improviso se fue la luz y la música.
El Ajax comenzó a acechar la portería de Adán, apoyado en un gran Fischer. El tanto de Boerrigter fue un puro reflejo del dominio holandés durante veinte minutos. Mourinho cambió el gesto en la banda, consciente de que su equipo perdió las instrucciones de forma evidente. El portugués metió a Morata y José Rodríguez y el Madrid se desperezó al final con el segundo de Callejón a pase de Morata.
La goleada escondió algunos de los defectos que arrastra el Madrid esta temporada. Muchas de las posibilidades de levantar algún título este año pasan por la capacidad de Mourinho para solucionarlos. Hasta febrero tiene tiempo.
