Cuando todo el mundo a nuestro alrededor nos dice que una cosa es de color negro y nosotros nos empeñamos en verla blanca ¿qué es lo que está fallando?¿nuestra percepción, un exceso de imaginación, que estamos viviendo una fantasía? Hay unas sutilezas que marcan la diferencia entre lo que es imaginación y fantasía.
Según Sabino Méndez, esto se está dando en las últimas semanas con un tema que ocupa toda la opinión pública. "En la actualidad, en nuestros tiempos modernos, la imaginación tiene muy buena prensa y no como en otros tiempos en que a las personas imaginativas se las miraba como si tuvieran en la cabeza pájaros y estuvieran un poco locas", asegura, algo que se puede ver en los currículums o entrevistas para un trabajo donde se pide imaginación y creatividad, algo que da la sensación de resolver un problema por sí mismo cuando aparezca.
El caso por excelencia que puede analizarse donde se saquen los conceptos de "imaginación" y "fantasía" es el caso de Irene Montero "enfrentada al fiasco de la ley de libertad sexual y cómo gestionan el patinazo tanto ella como Pedro Sánchez", explica el autor. Hay una opinión general, afirma, en que la ley está mal hecha y cuando se empezaron a ver los efectos de producían, la gente puso el foco en el Ministerio de Igualdad como cuna de esta ley y como responsable, por lo que Montero intentó huir yendo hacia delante y tirando de imaginación para acusar a los jueces de machistas y mala praxis al interpretar la ley por la escasa formación en materia de género que tenían.
Sabino Méndez recalca que esto es "inverosímil, no se lo cree nadie" por las diferentes tendencias de todos los jueces aplicando las sentencias y las críticas son de la izquierda y de la derecha por lo que "la justificación de Montero, no está ya solo en los terrenos de lo imaginativo sino que entra plenamente dentro del concepto de lo que se llama fantasía" ya que "la imaginación es la capacidad de colocar las cosas reales, los datos y hechos verificables, en una perspectiva diferente tal como no suelen verse habitualmente" pero "para hacer ese trabajo se sigue trabajando con hechos comprobables, mientras que la fantasía aplica la imaginación a cosas que no han sido verificadas y que, en muchos casos, es muy difícil de comprobar". "La imaginación puede convivir con la razón, pero la fantasía necesita de la suspensión de la incredulidad, del cese momentáneo de lo razonable para darse", explica el excompositor.
A su vez, recalca que el punto oficial desde el romanticismo es la antítesis de estas dos cuestiones pero "la imaginación tiene una base científica muy fuerte" porque desde la biología y la ciencia "la imaginación es la capacidad para simular cosas que no están todavía entre nosotros pero que con los datos comprobables que tenemos se pueden deducir que van a estar". Un ejemplo muy sencillo, según Sabino Méndez, son la perspectiva en pintura y dibujo, por lo que cuando queremos enseñar en un papel en 2D algo en 3D, se dibuja más pequeño lo que se encuentre más lejos pero, si en ese dibujo con tamaños verificables empezamos a pintar criaturas fantásticas se empieza a hablar de "fantasía". Por eso, puntualiza, que las teorías conspiranoicas "son cómodas porque te quitan de encima la responsabilidad de las equivocaciones con una fantasía que es imposible de comprobar".
Por otra parte, comenta Sabino Méndez, se encontraría Pedro Sánchez que "se pone en una posición de 'arréglalo ante el público, Irene, a mí no me traigas tus problemas'" y consigue hacer ver que no tiene nada que ver con este error mientras se presenta como el salvador. Al estar dotados de imaginación, "todos tenemos fantasías, la conspiración de Irene Montero es que existe una conspiración macho para dominar el mundo", reafirma el escritor, mientras lo que hay que hacer es quitar unas estructuras patriarcales.
Por ello, el sospechoso aboga por reconocer una equivocación, algo que tampoco ha hecho Pedro Sánchez porque supondría reconocer que forma parte del error, aunque esto ya sería el tema de "la humildad".