Esta semana en la Complutense increparon a la presidenta de la Comunidad de Madrid cuando acudía a recoger ese reconocimiento. Lo más curioso es que, entre las cosas que le gritaron, una de ellas era: 'pepera', pero emitida como si fuera un insulto o algo de lo que debería avergonzarse. ¿Nos estamos ideologizando tanto que ya solo nos parecen buenas y admisibles nuestras propias ideas?¿Estamos entrando en una sociedad que construye sus debates solo desde la ideología?¿Es un fenómeno de la España actual o eso ha pasado siempre?
Según Sabino Méndez, las cosas que se oían en el acto apuntaban a como si pertenecer a un partido o a otro fuese una cosa intrínsecamente mala, pero es una de las bases de la democracia. Sin embargo, para poder hablar de estas preguntas, explica, habría que diferenciar entre "ideas" e "ideologías", porque las primeras las teneos todos pero en el momento que "construimos con ella todo un código" pasamos a hablar de un "corpus ideológico", de una ideología. "Tendrían que haber tantas -ideologías- como personas, si nos atuviéramos a la realidad de lo que vemos alrededor y cómo enfrenta cada uno su proyecto vital y su proyecto del mundo", según el escritor,aunque, como los humanos tendemos a querer agruparnos en aspectos o bloques más grandes, se ha inventado la famosa izquierda y derecha que proceden de la revolución francesa cuando en la primera asamblea los partidarios de una idea estaban a un lado y los partidarios de la otra estaban en el lado opuesto.
"Creemos los seres humanos que se puede ser más o menos de izquierdas, o más o menos de derechas", asiente, y para poder tener más precisión habría que hablar "de conservadores, lo que sería la ideología de derecha, y progresistas o experimentalistas, lo que se pretende como ideología de izquierdas". A pesar de ello, clarifica, no es una denominación exacta porque en numerosas ocasiones, los de izquierdas tienden a ser muy conservadores con sus premisas al mismo momento que los conservadores que tienden a lo experimentalista. Bajo el criterio socio-económica, comenta, la izquierda "es partidario de una mayor intervención del Estado en nuestras vidas para corregir los desequilibrios" mientras que, a su vez, la derecha "es partidaria de que esa intervención del Estado sea lo menor posible y que sea la iniciativa individual la que corregir esos desequilibrios". Ante esta definición, Sabino Méndez resulta preocupado porque cuando se junta con personas pertenecientes a los dos bloques ideológicos, los partidarios de la intervención del Estado lo extrapolan a todos los ámbitos mientras que los del otro precisan la poca intervención estatal para la mayoría de factores, lo que produce una "falta de flexibilidad de unos y otros" que le hace preguntarse si la ideología fosiliza.
Todo, afirma, recordando "ese conformismo" por el lado conservador y la "infantil arrogancia moral" de los considerados progresistas, lo que hace pensar que -la ideología- conlleva un esclavismo mental que invada nuestras mentes. Para ello, recalca, solo hay que fijase en las afirmaciones de "soy de izquierdas o soy de derecha", pero "nadie es eso". Filosóficamente y ontológicamente, "las personas no nacemos conservadores y progresistas, por más que se avanza en la decodificación del genoma nadie ha encatrado el gen de derechas o el gen de izquierdas", apunta. Por esta vía, asevera que se puede ir más mejor porque, como "los seres humanos somos cambiantes", lo correcto se encontraría en afirmar "estamos hoy de izquierdas o estamos de derechas" que muy a menudo varía en función de los temas y los días.
Por último, Sabino Méndez cuenta: "yo eso empecé a darme cuenta de jovencito", asegura, "que frecuentaba ambientes anarquistas" y le parecía "lo más prometedor para cambiar el futuro sin reglas" mientras que conoció a algunos anarquistas mayores que habían participado en la Guerra Civil y aunque "seguían manteniendo sus convicciones" como el amor libre, luego cambiaban algunos detalles dependiendo de la situación. "Cuidado con nuestras contradicciones, intentemos ser honrados y démonos cuenta que adoptar una ideología de manera doctrinaria nos cierra nuestra visión del mundo" que "a través de un ideario, hay que ir con cuidado porque se puede ejercer un control total de los poderes sobre nuestras mentes".