CON JAVIER CANCHO

Punta Norte: Velázquez y su misterioso viaje a Roma

Esta semana se han cumplido doscientos años de la apertura del museo de El Prado. Así que teniendo presente el bicentenario y habiendo escuchado a Alicia, hoy parece claro dónde comienza la historia que vamos a contar. Nada menos que en Velázquez.

Javier Cancho

Madrid | 24.11.2019 14:01

Diego Rodríguez de Silva y Velázquez fue plenamente un artista del siglo XVII, nació un año antes de que se terminase el XVI. Por tanto, la Tierra ha dado muchas vueltas alrededor del sol desde el tiempo en el que vivió el genio que adoptó el apellido de su madre. Velázquez nació en Sevilla que en aquella época, Jaime, era una de las capitales más influyentes de todo el orbe. Pensemos en que Sevilla era el epicentro del comercio con el nuevo mundo. Aunque en el mundo del arte, Velázquez indagase en los pasos del nuevo naturalismo que ya había dado un tipo llamado Caravaggio. Caravaggio, el salvaje, fue una inspiración para el virtuoso Velázquez.

Aquellos fueron años derimbombancia real. El pintor vivió una época en la que la corte española era célebre por suextravagancia ceremonial y su rígida etiqueta. Es un periodo apasionante, del que han transcurrido los suficientes años como para que haya todavía nudos de misterio que continúan sin estar resueltos; siendo a la vez una época de la no ha pasado tanto tiempo como para sepultar definitivamente los acontecimientos en una niebla inaccesible. De modo que de la vida de Velázquez sabemos detalles muy concretos mientras tenemos una visión todavía fragmentada de algunas situaciones.

Sí hay certeza -por ejemplo- sobre la correspondencia que intercambió con Rubens. Rubens, el artista que nació en el sacro imperio romano germánico y que llegó a estar en Madrid y fue Rubens quien animó a Velázquez a ir a Italia. Y en Italia, Velázquez se empapó de las técnicas de Tintoretto en Venecia, contemplando la obra de Miguel Ángel y Rafael en el Vaticano. Fue la primera vez que Velázquez salió de España.

LA VENUS DEL ESPEJO

Los artistas tuvieran entonces la consideración social que ahora puedan tener los futbolistas. Y Velázquez, en vida, ya fue uno de los más celebrados. Llegando a pintar al papa durante su estancia en Roma. En Roma pintó a un papa y a una mujer desnuda: a la Venus del Espejo, el único desnudo femenino que se conserva del pintor sevillano. Y además con un concepto muy sugerente: el de una diosa con forma de mujer viva, que es un planteamiento característico del lenguaje del maestro español, un lenguaje artístico que fue único en su tiempo.

La Venus del Espejo es uno de esos instantes que todavía permanecen reservados al ámbito del misterio. Y pintó a una mujer desnuda, mostrándola de espaldas, mirándose ella a un espejo que no refleja nítidamente su rostro. Estamos ante un cuadro con una multiplicidad de posibilidades interpretativas. Para empezar, cabe preguntarse quién fue la modelo, sospechándose que fue una joven llamada Olimpia con quien Velázquez habría tenido un hijo. El hijo que tuvo en Roma a quien llamaron Antonio.

LAS MENINAS

En ese ámbito de lo enigmático contenido en un lienzo, y tratándose de Velázquez, el más sugerente de todos por lo que muestra y esconde es el de Las Meninas, que además podría ser considerado el cuadro más icónico del Museo del Prado. Las Meninas es un lienzo que estuvo desde el primer momento en El Prado, hace 200 años ya estaba ahí cuando la colección de la pinacoteca todavía era pobre. O, por ser más preciso, era menos grandiosa de lo que es ahora.Y desde luego, la esencia del enigma está en Las Meninas. Reparemos en que 360 años después de su creación, todavía no hay consenso sobre qué quiso representar Velázquez con esa obra...