Punta Norte: Los jardines colgantes de Babilonia
Desde el faro de Punta Norte, Javier Cancho nos traslada hasta Babilonia, que acaba de ser declarada Patrimonio de la Humanidad.
El enclave arqueológico quedó muy dañado durante las últimas décadas, primero durante el régimen de Sadam Hussein y posteriormente, y sobre todo, durante la intervención militar de Estados Unidos. Los tanques destrozaron estructuras arquitectónicas construidas hace miles de años.
El aspecto de Babilonia hoy es el de una ruina devastada más allá del deterioro propio del paso del tiempo. Es un vestigio casi perdido si contraponemos el destrozo visible de lo que ha quedado con las descripciones históricas de la época de su mayor esplendor, allá por el siglo VI antes de Cristo, en tiempos del imperio de un tipo llamado Nabucodonosor.
En Occidente tendemos a creer que fuimos los primeros en inventarlo casi todo. Y resulta que París tuvo por primera vez un sistema de alcantarillado en 1850; las alcantarillas parisinas fueron diseñadas por el barón Haussmann y el ingeniero Eugène Belgrand. Londres tuvo que esperar más todavía para que su urbanismo fuera civilizado. Hasta 1866 los londinenses no tuvieron una red de alcantarillado. Y sin embargo, y aunque suene increíble, los babilonios tuvieron sus necesidades de drenaje solucionadas allá por el 4000 antes de Cristo.
Y sin embargo, después de haber sido la más grande, hoy, sólo queda el rastro de la desolación. Los olivos y las palmeras se extienden salvajes en lo que un día fueron lujosos jardines. Sobre parte de los restos de Babilonia fue construido el palacio más opulento de Saddam Hussein. Dentro de ese palacio, que hoy está abandonado, todavía cuelga una gran lámpara de araña en el inmenso vestíbulo de la entrada.
Desde el balcón del dormitorio principal del palacio vacío se puede contemplar la dispersión de muros derruidos de la antiquísima arquitectura de un lugar señalado por la Historia. Fue el enclave desde donde se dominó el mundo hace dos milenios.
¿Y qué hay de los jardines? Los jardines son la decisión de un rey dispuesto a espantar la mueca de tristeza de la persona que amaba. Así que aprovechando la vertiente fértil del río Éufrates, en Mesopotamia, el rey Nabucodonosor II hizo construir una maravilla portentosa para su esposa, la princesa Amytis de Meda. Aquello sucedió en el siglo VI a.C.
Actualmente, sólo tenemos la creencia de que estaban dispuestos sobre una construcción organizada en distintos niveles de terrazas, donde una frondosa vegetación brotaba y sobresalía de los balcones, propiciando la sensación: el efecto de que toda esa magnífica frondosidad estaba suspendida en el aire. Incluso, fíjate, no habría que descartar que el concepto colgante fuera resultado de una mala traducción de textos antiguos.