OBJETOLOGÍA

El dosel, símbolo de glamour

En Por fin no es lunes Isabel Lobo nos acerca en su Objetología al dosel .Un objeto de glamour utilizado por príncipes y reyes desde el siglo XIV

ondacero.es

Madrid | 29.01.2022 12:45

Un sábado más Isabel Lobo nos acerca al apasionante mundo de los objetos. Hoy en su Objetología nos habla del dosel, un ornamento que se coloca formando techo sobre un trono o un altar del que suelen colgar cortinajes. Pocas cosas dan tanta sensación de glamour como acostarse en una cama con dosel. Se siente uno privilegiado, porque el dosel implica que estamos en una habitación de techos altos con considerable espacio y que uno dispone del servicio necesario para limpiarlo con mucha frecuencia y asegurarse de que en sus pliegues no aniden colonias de ningún bicho.

Y si no miren la colosal cama Melville que tiene un dosel que emplea 85 metros de terciopelo y 114 de damasco. Dicen que la primera cama con dosel que se conoce es austriaca, de principios del siglo XV, y que desde allí se expandió por Europa. No cabe duda de que debió de correr como la pólvora ya que en aquellos tiempos en que la calefacción se reducía a la chimenea más cercana, la idea de envolver la cama dándole un techo a modo de tienda de campaña y, a veces, cortinajes como cerramientos, debió de ser una idea genial para preservar el poco calor del que disponían, eso sin contar con que aportaban una privacidad muy interesante para la época.

Este tipo de camas en el Reino Unido pasó a llamarse “cama de reyes” al tiempo que crecía en tamaño y ornamentación, convirtiéndose en símbolo de status y poderío. Hasta tal punto es así, que la famosa Great Bed of Ware que menciona Shakespeare en Noche de Reyes o Lord Byron en su Don Juan, tiene un tamaño suficiente para albergar a cuatro parejas. El caso es que con el paso del tiempo la tipología se ha ido simplificando y despojando de decoraciones y ropajes hasta quedar prácticamente en los huesos. Hoy es común encontrar un tipo de dosel que se limita a dibujar el espacio que ocupa la cama en el aire, a través de distintos materiales y los fabrican muchas empresas.

Los franceses mientras tanto desarrollaron otra tipología más doméstica y con menos capacidad de seducción. Se llama la “lit clos” y básicamente es casi una cama metida dentro de un armario de madera, con sus correspondientes puertas para quedarse encerrado dentro, arropado, protegido y aislado del mundo, casi una cama-caja. Dicen que es una tipología que usaban los granjeros para protegerse de las alimañas que se podían colar en la casa, en particular de los lobos.

El dosel protagonista de la actualidad

El secreto peor guardado de Bukinhgham Palace tiene que ver con un dosel. Una de las antiguas doncellas de palacio, Charlotte Briggs, tuvo la oportunidad de conocer muy bien las rutinas de Andrés durante el tiempo que ocupó ese cargo y fue una de las encargadas de cuidar de sus peluches. Cada oso de peluche tenía su propio lugar asignado sobre la cama con dosel, donde se les colocaba por filas, y llegada la noche había que recolocarlos en otra parte de la habitación para que el duque de York pudiera acostarse. Tardaba media hora en colocarlos todos, y es el trabajo más raro por el que me hagan pagado nunca.

El dosel metálico para cerrar la puerta del infierno. Planean cerrar la Puerta del Infierno en Darvaza ocasionada por un error humano y que lleva ardiendo más de cinco décadas. En la mitad del desierto de Turkmenistán existe un enorme cráter cuya apariencia hace honor al nombre que se le ha dado, la ‘puerta del infierno’. Las llamas se elevan desde dentro de su enorme diámetro para recordarnos lo peligrosa que pueda tornarse la naturaleza cuando no se le trata con respeto. Medio siglo atrás, un error humano causó que el cráter Darvaza se abriera de entre las entrañas terrestres. Pero un error aún peor, causó el fuego que no ha parado de arder en 50 años. Las autoridades del país asiático han decidido que es suficiente y planean cerrar la ‘puerta del infierno’ en Darvaza, la pregunta es, ¿cómo piensan lograrlo? Pues construyendo un dosel metálico.