Ametralladas y calcinadas. Así murieron 643 personas inocentes el 10 de junio de 1944. Ramona Domínguez tenía 73 años, había vivido la Guerra Civil española y huyó a Francia junto con su hijo Juan Tellez, su nuera Marina Domenech y sus nietos Miquel, Harmonía y Llibert de tan solo once, siete y un año. Ninguno se salvó. Los hombres fueron ametrallados sin piedad en distintas zonas de la localidad, las mujeres y los niños murieron abrasados dentro de la Iglesia.
Ahora han pasado 77 años y aún quedan las ruinas calcinadas en Oradour para no olvidar el horror, porque lo único que queda es recordar y conmemorar sus vidas, arrebatadas sin motivo y por las que lloran los descendientes de estas víctimas.
En Por fin no es lunes hemos estado charlando con David Ferrer, licenciado en Filología Inglesa, que ha llevado a esas familias algo de paz. Por iniciativa propia comenzó un trabajo de investigación y ha encontrado a Ramona Domínguez. Con su recuerdo quiere que la masacre que sucedió allí no quede en el olvido. Porque como Ramona, otras 18 personas españolas fueron asesinadas y han sido ignoradas hasta ahora.