En la obra de Eva Celada podemos descubrir la vida del genio renacentista a través de sus rutinas y preferencias gastronómicas. Da Vinci era vegetariano, algo que muy relacionado con la comida que le preparaba su madre en la infancia. "Amaba la cocina natural de su madre, y en su mesa a lo largo de su vida fue predominante este tipo de cocina".
Además Eva nos cuenta que el genio renacentista tenía un "decálogo" sobre cómo cuidarnos. Unas reglas que coinciden en gran parte con las que hoy en día recomiendan los nutricionistas, tales como: no comer en exceso, cenar poco o no beber alcohol.