En Por fin no es lunes prestamos atención a unos datos que nos deberían hacer reflexionar. Según el Ministerio del Interior, en 2021, se presentaron 8.317 denuncias por delitos contra la libertad sexual que tenían como víctimas a menores. Estas denuncias son solo la punta del iceberg, ya que solo el 15% de los casos de abusos sexuales a menores llegan a denunciarse. Pero hay más. Según Save the Children, en el 80% de los casos el agresor es una persona del entorno familiar o conocido del niño. Estos datos pueden parecer algo fríos, pero detrás de cada uno de ellos, se encuentran historias personales. Historias de menores que han sufrido mucho dolor.
Claudia Muñoz ha decidido romper su silencio después de 15 años de abusos sexuales sufridos por parte de su abuelo. Tenía 7 años cuando la persona que debía cuidarla, protegerla y darle cariño se convirtió en su verdugo. Como todos los niños, acudía a casa de sus abuelos a comer, a pasar la tarde o cuando no iba al colegio por estar enferma. Nada hacía sospechar que algo raro ocurriera. Además, ella siempre lo mantuvo en secreto.
No sabe cuántas veces pasó, porque su mente ha bloqueado parte de sus recuerdos. Pero su abuelo aprovechaba cualquier momento para tocarla y rozarla, mientras estaba en el sillón, mientras se echaba la siesta... Nadie lo vio. Ni siquiera ella fue consciente. Lo había normalizado. Hasta que, con 19 años, cuando estudiaba un grado de Integración Social, un testimonio le abrió los ojos. Ahí se dio cuenta de que era una víctima.
Por primera vez, lo contó y cuando ya pensaba que no volvería a ocurrir, con 22 años su abuelo lo volvió a intentar. Fue la última vez. Ahora Claudia tiene 28 años y aunque todavía sigue siendo “un cuerpo herido” se encuentra fuerte para contar su historia. Quiere ayudar a otras personas que hayan pasado por lo mismo que ella.
