DÍMELO BIEN

Judith González: "Todo lo que tenemos es el ahora"

Nuestra "Ronaldinha" del lenguaje Judith González viene a 'Por fin no es lunes' a hablarnos de verbos, conjugaciones y tiempos verbales.

ondacero.es

Madrid | 24.09.2022 10:20

Aunque nos quedáramos solo con los tiempos de presente no sería pequeño nuestro arsenal… En el diccionario, si consultamos la conjugación de los verbos, nos parece que tiempos presentes solo hay dos: el de indicativo y el de subjuntivo (yo hablo y que yo hable). El resto son pretéritos, futuros varios, condicionales… El presente, con su modesta representación, no nos parece gran cosa.

Pero presentes hay varios. Por ejemplo, con dos oraciones como "Tengo hambre" y "Quiero mudarme a Barcelona" se puede constatar que, en efecto, ambas tienen estrictamente el verbo en presente de indicativo. Sin embargo, también es fácil comprobar que el tiempo presente que expresan una y otra no parece referirse exactamente a lo mismo. En "Tengo hambre" tendemos a interpretar que, en este momento preciso, me desayunaría un pincho de tortilla, mientras que con "quiero mudarme a Barcelona" no estoy diciendo que ahora mismo esté metiendo en cajas todas mis pertenencias.

El primero, con el que digo que ahora tengo hambre es un presente puntual; el segundo, con el que expreso algo que querría hacer, es un presente que algunos gramáticos han llamado continuo; otros, extendido, y otros, ampliado, y que no solo afecta a lo que sucede en el preciso instante en el que se está hablando, sino que se refiere a lo que acontece en un intervalo que incluye al presente, pero que se refiere más bien al momento o la época actual, a estos tiempos o, de manera más laxa, a lo que sucede últimamente. Así que con el presente nos referimos a lo que sucede ahora, pero esta ahora es un concepto flexible.

Con este mismo tiempo verbal, en castellano también podemos expresar el llamado presente progresivo, en una frase como “me haces daño”, el verbo, que está en presente, indica duración, se emplea con mucha frecuencia con el mismo sentido de “oye, suéltame, que me estas haciendo daño”, que ya tiene una perífrasis.

En otros casos, el presente es cíclico: desayuno café (hoy, ayer, el mes pasado; lo hago normalmente). El presente es axiomático, dos más dos son cuatro (hoy y siempre); es habitual (no soporto el olor del pepino); es prácticamente un futuro en casos como te espero, no te preocupes, cuyo significado es más bien “tranquilo que te voy a estar esperando hasta que vengas (pero no tardes)”, donde ya tenemos una especie de sucesión de duraciones presentes, y es todo un señor futuro, y además imperativo, en casos como pues vas y le dices que no.

Todos estos significados, estas interpretaciones, dependen solo del tipo de predicado que estemos empleando, del tipo de situación que, por su semántica, denote el verbo, si es una acción, un estado, si tienen fin o es atlético, etc. Pero a nuestros efectos, el hecho es que el presente, como tiempo verbal, nos da bastante juego porque es capaz de expresar toda una filigrana impresionante de matices (pasados, venideros, imperativos, progresivos, puntuales) que habitualmente empleamos sin, quizá, reparar en ello.

Como hablantes, le exigimos mucho a este tiempo verbal. Tenemos al presente haciendo siempre horas extras. Y antes de que esto nos parezca solo un argumento tautológico, analicemos el uso que hacemos. Esta preocupación nuestra por la inmediatez, por la hiperconectividad, por la globalidad, nuestro miedo a que pase algo importante y nos lo perdamos tiene al presente exhausto.

Empezamos por utilizar el presente para darle a nuestras palabras cierto grado de seguridad, te llamo mañana, en presente, denota que puedes dar por hecho que te llamaré mañana; mientras que si nos dicen en futuro te llamaré, bueno, pues ya veremos si el teléfono suena. Me voy, en presente, dentro de dos meses, aporta seguridad a mi partida. Utilizamos el presente para darle confianza, solidez, a una acción futura. Acercamos con el presente el futuro.

Seguimos por emplearlo como un recurso estilístico para describir hechos pasados cuando los narramos: pues anoche, llego a casa, abro la puerta y no sabéis lo que me pasó… (llego, abro, son tiempos en presente, que nos ayudan a darle viveza a la narración). Acercamos con el presente el pasado.

Continuamos por redactar en presente los pies de foto, la presidenta saluda a los invitados… para que el pasado, que obviamente es pasado porque si no no estaría en una foto, cobre realidad ante nuestros ojos. Recreamos con el presente el pasado.

Formamos con el presente las perífrasis que indican futuro inmediato, en la sesión de hoy, vamos a ver cómo hacer… pero de ahí, rápidamente pasamos a en el vídeo de hoy vamos a estar viendo…, fórmula que repetimos hasta la saciedad y que ya tiene otra de vuelta de tuerca, porque una vez más queremos que parezca que estamos aquí juntos en presente cuando en realidad no es verdaderamente así.

Y ya, el sumun del presente, “presentísimo” él, es el ejemplo que nos daba Isabel la semana pasada, que no se me ha olvidado, aquel voy a ver si veo si vamos… Tres formas verbales en presente para indicar que ya mismo me pongo a hacerlo, que voy a ver si veo si voy a ello, que ya estoy ahí, si es que estoy aparcando… aunque no hayamos ni salido de casa. Pobre presente nuestro, siempre corriendo, yendo hacia el pasado para traérnoslo delante de los ojos, raudo tras el futuro, a ver si extendiendo el brazo y la mano lo alcanza… Siempre echando horas extras. Este español mío, vaya cosas que le hacemos decir.