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Judith González: ‘’La solución para reducir las horas que pasamos delante de las pantallas está en la voz"

Judith González es la encargada de que hablemos mejor y conozcamos más la lengua en 'Por fin no es lunes'. Hoy ha abordado las las nuevas tecnologías y su relación con la expresión oral

ondacero.es

Madrid | 12.03.2022 10:11

No sé si nuestros oyentes se han parado alguna vez a hacer un repaso mental de todas las pantallas en las que se detienen sus ojos cada día, pero creo estamos seguros de que muchas personas, sean conscientes, o no, pasan más de 12 horas diarias mirando una pantalla.

Vamos a hacer un repaso rápido: El despertador nos suele sonar en el móvil, ahí tenemos la primera pantalla del día. La siguiente tal vez sea el display del microondas. Si uno desayuna solo, normalmente ya lo hace con el móvil en la mano. Si uno es padre o madre de familia probablemente trate de que los demás no desayunen con el móvil. Vamos al trabajo o tal vez teletrabajamos y eso, en infinidad de casos, ya nos suma otras 8 horas de ordenador, eso si la jornada no se alarga, que también pasa…

Si vamos en transporte público tal vez vamos leyendo en un libro electrónico, mirando otra vez el móvil, jugando a algún juego… Si vamos en coche, probablemente consultemos la mejor ruta, por qué camino hay hoy menos atasco… tiempo que sumamos al contador de pantalla y que se repite a la ida y a la vuelta.

Cuando llegamos a casa, parte de nuestro ocio está también en las pantallas: la televisión, un videojuego, un vídeo que nos gusta ver para hacer una rutina de ejercicios, una receta que queremos seguir para hacer esta noche de cena, las noticias, una serie… Sumemos, además, el tiempo en el que contestamos WhatsApp, miramos las redes sociales o leemos la prensa.

Usamos las pantallas para leer, para comprar todo tipo de cosas, para buscar información, para consultar el tiempo… Desde el baño a la cocina, desde el trabajo hasta el ocio, nuestra vida está rodeada de pantallas.

¿Y si sólo usáramos la voz?

La pregunta es: ¿Cuántas de estas cosas que hoy hacemos con ayuda de una pantalla podríamos hacerlas solo con la voz: Poner el despertador, poner en marcha un pequeño electrodoméstico, calcular la mejor ruta entre dos puntos, conocer la predicción del tiempo y escuchar las noticias o las instrucciones de una receta son desde luego funciones básicas que vienen realizando los altavoces inteligentes y para las que ya no es imprescindible tener una pantalla.

De hecho, ya hay algunos estudios que vienen señalando el auge y la implantación cada vez mayor que están teniendo las tecnologías de la voz. Y cada día lo serán más. El pasado mes de enero Wallmart, la conocida cadena de supermercados, se asoció con Google para llevar las compras por voz a otro nivel. La idea a futuro es que se pueda hacer la compra solo con decir, "Hey, Google, ponme con Walmart". Este tipo de frases nos llevarían al carrito de la compra y al decir “leche”, se nos cargaría la leche que solemos comprar en la cantidad que habitualmente pedimos.

Se puede pensar que quizá seguiríamos necesitando una pantalla para pagar, para validar de alguna manera la operación, la compra. Pero eso depende de lo rápido que avancen las cosas. La biometría de la voz es una tecnología que también tiene que desarrollarse, pero que permitiría avanzar mucho en seguridad y en privacidad. Igual que hoy nos identifica nuestra huella digital o que los dispositivos cuentan ya con reconocimiento facial, debe desarrollarse la huella vocal única. Esto nos permitiría autorizar con seguridad transacciones bancarias y quién sabe si hasta votar en una elecciones con el móvil. Si la voz nos identificara de una forma inequívoca y segura, además de prescindir de las pantallas, podríamos olvidarnos del certificado electrónico.

La información que da nuestra voz

Al hablar damos mucha información. Y no sólo podría identificarnos por sus rasgos físicos. Otra rama en la que se trabaja mucho actualmente es el análisis del habla: detectar las emociones, identificar por nuestro tono el enfado, el estrés, la frustración… En la medida en que la máquina reconozca bien estos rasgos puede darte una respuesta u otra, derivarte a un departamento o a otro, saber que tienes una urgencia o dejarte en espera…

Es cierto que estas funciones van a llegar tan lejos como la tecnología les permita en cada caso, pero es innegable que hoy es una vía de crecimiento, que está en expansión. Y yo creo que tiene mucho sentido que así sea. Las lenguas se diseñaron para hablarse, la comunicación oral es siempre más rápida que la escrita, más directa, y es capaz de transmitir mucha más información simultánea que la escrita (justamente por esto que comentamos, el tono, la velocidad de las palabras…) todas estos rasgos dependientes de cada situación aportan muchísima información y se pierden, o se tienen que codificar expresamente para que no se pierdan, con la escritura y con las pantallas.

De hecho, ¿por qué han tenido tanto éxito los emoticonos y los emojis? Porque vienen a transmitir parte de esa información propia de la oralidad en el contexto escrito. Y cuando queremos escribir rápido, como en las redes sociales o en las aplicaciones de mensajería instantánea, nos vienen al pelo.

La rapidez, siempre acaba por imponerse la forma que permite hacer que las cosas vayan más rápido. Lo que nos aporta velocidad siempre llega para quedarse. Después de la locomotora de vapor el motor de combustión, tras la carta postal el correo electrónico... Siguiendo este patrón: a las pantallas las destronaría la voz.

Pero la voz no solo tiene la ventaja de ser más rápida, tiene la ventaja de que es más compatible con otras actividades. Esto en la radio está muy claro. Para leer el periódico, yo tengo efectivamente que estar leyendo el periódico, pero puedo escuchar la radio mientras conduzco o mientras me hago la comida… La voz nos da más juego.

¿No os habéis fijado la cantidad de anuncios que hay de audiolibros? Es otro mercado en crecimiento. Igual que Google y la Alexa de Amazon se pelean por ver quién vende más altavoces inteligentes; se pelean Audible, Apple Books, etc, por ver quién vende más audiolibros. Y es un mercado con un auge tremendo: no siempre hay tiempo para leer, pero pueden leerme mientras yo voy haciendo otras cosas.

Sucede también con los mensajes de audio de Whatsapp que, por cierto, crecieron 45% durante la pandemia. Mucha gente los detesta, pero para otras muchas personas son una forma más rápida y cómoda de comunicar algo. Tienen, además, la ventaja de que nos hacen llegar la voz de la otra persona e, incluso, reducen la brecha digital porque muchas personas que no son hábiles con el manejo del móvil aprenden rápido a hablar manteniendo pulsado el botoncito.

En fin, no sabemos cómo se irá desarrollando todo pero nos vendría bien rebajar las horas de pantalla y eso podría hacerse con la voz, la mejor herramienta comunicativa jamás desarrollada.