En Por fin no es lunes hablamos con Judith González Ferrán de cambios lingüísticos, de cómo las lenguas van mutando poco a poco y hasta de castillos en la arena. "Las lenguas muertas son la arena más oscura que nos deja el agua y las lenguas vivas son el agua que aún está corriendo y que no sabemos hasta dónde llegará", dice la filóloga.
Todos estamos familiarizados, más o menos, con la distinción entre una lengua muerta y una lengua viva. Quien más, quien menos citaría como ejemplo de las primeras el latín y como muestra de las segundas la nuestra, el español. Y groso modo también todos entendemos que el latín es una lengua muerta porque hoy no se emplea como forma de comunicación por ninguna comunidad de hablantes, mientras que el español es una una lengua viva porque se emplea como tal. Sobre esto y mucho más reflexiona Judith González en Dímelo Bien.