Dímelo bien

Judith González y el archivo de hilo de la RAE

260 000 papeletas con información lexicográfica, datos y definiciones sobre las palabra

ondacero.es

Madrid | 13.05.2023 11:43

Esta semana ha tocado hablar de muebles de madera en 'Por fin no es lunes'. En uno en concreto, porque nuestra filóloga de cabecera, Judith González, que la Real Academia Española, además de limpiar, fijar y dar esplendor, y de elaborar obras como el Diccionario, la Gramática y la Ortografía del español, y de atender un servicio de consultas lingüísticas, tiene otra misión: la RAE organiza, conserva y custodia el patrimonio documental de nuestra lengua. Un fondo de incalculable valor.

La Academia hace esto desde su nacimiento, desde el 3 de agosto de 1713. Cuando el marqués de Villena, su fundador, envió a Felipe V la petición para que aprobara la creación de la RAE ya le solicitaba ahí también la figura de un secretario que custodiara los papeles, los manuscritos, etc. Y de hecho, todavía hoy este Archivo con mayúsculas, el archivo de los archivos, sigue siendo responsabilidad del académico secretario.

Está en un mueble de madera que se le encargó a un ebanista en 1893, que mide concretamente 238 cm por 224 por 44 y tiene 98 cajones. En cada uno de esos cajones hay unas 2600 cédulas, o sea, papelitos con cosas escritas. Es lo que se conoce como Fichero de Hilo de la Real Academia Española y es uno de los grandes grandes depósitos léxicos del Archivo de la RAE.

Lo que nos vamos a encontrar cuando abramos esos pequeños cajones, son esas más de 260 000 papeletas con información lexicográfica, datos y definiciones sobre las palabras. La mayoría de ellas están escritas a mano y muchas incluso firmadas por académicos o por grandes especialistas. Muchas papeletas tienen definiciones de carácter enciclopédico o, por ejemplo, refranes, expresiones hechas, que no llegaron a incorporarse a los diccionarios de la RAE. Una fuente de información que tiene un valor incalculable para la historia de la lexicografía, que dicho así puede sonarnos muy ajeno, pero que no es otra cosa que la historia de nuestras palabras.