Sea cual sea el resultado del referendum, Escocia ya no será nunca la misma. El margen que separe a los partidarios del sí y a los del no, provocará que una parte de la población se sienta defraudada con el resultado. Si se quedan, tendrán tantos privilegios que veremos qué opinan el resto de territorios del Reino Unido. Si hay secesión, papelón encima de la mesa para todos los países de la Unión. Ocurra lo que ocurra, un mal negocio.