Son las dos de la tarde, la una en Canarias. Nueva entrega de los whatsapp que intercambiaban Pedro Sánchez y José Luis Ábalos. Uña y carne como decía ayer Page en Onda Cero. Relación personal, paradigma de todas las que ha tenido el presidente con sus colaboradores.
Útiles un tiempo y luego fulminados que las purgas sanchistas son bien conocidas. Tan pronto eres el confidente ejecutor que te quita de en medio. O te llama estulto como a Pablo Iglesias. O a pesar de declararte a los cuatro vientos profundo feminista, te refieres a una de tus ministras, a Margarita Robles, como esa pájara que duerme con el uniforme.
Hoy, Robles, sigue siendo ministra. Podría haberse quejado del líder faltón y volver como magistrada al Supremo. Pero no. Entre risas nerviosas ha dicho que la supuesta humillación no tiene importancia. Que son cosas de hace tiempo. El PSOE lo mismo. Que bah, que los mensajes no tienen interés. Si es que no entendemos el sentido de humor presidencial y el cariño con el que trata a todo el mundo.
