La vicepresidenta del gobierno, Nadia Calviño, defiende que a las empresas les ha ido tan bien con este gobierno que alguna le pide que ojalá no pierdan las elecciones.
Desde luego, puede que haya empresarios contentos con la política del gobierno pero lo que es seguro es que esos empresarios lo que defienden son sus negocios. Cargar contra ellos, proponer intervenir los negocios, justificar cargas fiscales cada vez más gravosas, demonizar a la patronal por no aceptar un trágala en el salario mínimo. Ese ha sido el trato que el gobierno ha brindado a las empresas españolas en los últimos meses. No se trata de que haya que tragar con todas las prácticas de una compañía sólo por el hecho de que crean empleo, pero precisamente porque son las que dan puestos de trabajo es innecesario y poco inteligente convertirlas en la diana de las estrategias electorales de los partidos.