Al día siguiente Pedro Sánchez dijo lo siguiente: "el president Puigdemont y el vicepresident Junqueras hoy más que nunca se convierten en los principales responsables de la fractura y el desgarro del conjunto de la sociedad catalana. Y todo para nada".
Todo para nada porque el Estado de derecho impondrá sus leyes. Llegó incluso a pedir, unos meses después, cambios en el delito de rebelión para adecuarlo a los independentistas. Entrevista en Mayo del año pasado con Susana Grisso: "lo que se produjo el pasado 6 y 7 de septiembre en el Parlament se puede entender como un delito de rebelión, lógicamente lo es".
Ahora dice que no hay delito de rebelión. Y pretende presionar a la Abogacía del Estado vulnerando la separación de poderes con la misma naturalidad que los independentistas violan la Constitución. Señor presidente, se trataba de atraer a los secesionistas a los comportamientos democráticos. No al revés.