Estamos viendo en España cosas que no creeríamos. Por ejemplo, la espuria utilización del aforamiento como parapeto ante la posible comisión de delitos. A la carrera y de tapadillo buscar un privilegio que tienen los políticos para recibir un trato distinto, que se le juzgue en otro tribunal.
Hasta ahora, se perdía el aforamiento para poder juzgar a un presunto delincuente. Ahora ese presunto delincuente corre para acogerse a sagrado. Para dilatar el proceso y porque debe pensar que el Superior de Justicia, digamos que de Extremadura, le va a ser más benévolo que la Audiencia. Flaco favor a la justicia y su independencia una vez más. Ser aforado es un privilegio que se deriva de la condición de diputado. Aquí se ha buscado la condición de diputado para tener un privilegio. Así que difícilmente podemos atribuirle al señor Gallardo una vocación política de servicio público.
