España es una democracia homologada por más que algunos se empeñen en convertirla en un régimen bananero con compra de votos incluida en Melilla o en Mojácar. De momento detenidos miembros del partido Coalición por Melilla y vinculados al PSOE en la localidad almeriense. Ya sabemos que lidiamos desde siempre con el clientelismo, tentación habitual en este país en el que se hacen promesas electorales imposibles o antiguas o se reparten prebendas con ánimo de garantizarse la fidelidad de algunos votantes, pero pagar por un sufragio es propio de Estados caciquiles y élites políticas que quieren consolidar, ampliar o mantener su poder a costa de lo que sea. Asumir que en España sobrevuela la sombra del fraude electoral, un país de la Unión Europea, en la lista de los países más avanzados del planeta, es un sapo difícil de digerir.