Pere Aragonés quería marcarse un Julio César. Contarle al Senado que su destreza, es tal que llega a la cámara alta, la mira y la vence. Y le ha salido desde la tribuna más bien una reprimenda propia de Avelino en escenas de matrimonio.
Que si los catalanes no importan a los españoles, que si con el independentismo llegará la Arcadia Feliz, que si la amnistía sólo es el punto de partida. Claro que sí.
Porque el que todos traguemos con que en realidad el 1 de octubre aquí no pasó nada, que asumamos que ellos están por encima de la ley, es sólo el primer paso.
Aragonés ha soltado la perorata y ha dado la espantada como estaba previsto. Fíjense, él que es todo tolerancia y diálogo no ha querido escuchar a los barones del PP que se han quedado solos en darle la réplica.
Y se han quedado solos porque el PSOE ha considerado que ni el presidente, ni ministros, ni barones o presidentes autonómicos (¿dónde está la cobija de Page?) eran necesarios para debatir con Aragonés.
Y lo mismo están en lo cierto porque total el president defiende lo mismo que los socialistas.