Investigadores de la Universidad de Oxford consideran “urgente” la necesidad de España de solucionar ese desfase, adaptándose mejor a la hora solar volviendo a regirse por la hora de Greenwich. Según José María Fernández-Crehuet, experto de esta universidad y miembro del Centro de Investigación de Uso del Tiempo, la urgencia del cambio viene determinada por la necesidad de “conciliar mejor y recuperar calidad de vida”. El impacto de dicho cambio sería observable en distintos ámbitos. “Afecta al horario de trabajo, aprovechando mejor el tiempo y evitando el “presentismo”, a la salud, con una disminución del estrés y del cansancio que se acumula a lo largo de la jornada laboral, y a la conciliación, aumentando el tiempo de dedicación a la familia y a la vida personal”.
Además, una serie de modificaciones en nuestra rutina diaria de alimentación y de la jornada laboral supondría, según este Estudio, una mejora de la productividad sin coste alguno. “Un desayuno copioso en casa, una comida más ligera y cenar más temprano favorece nuestra dieta y el aporte calórico consumido se ajusta al esfuerzo que se realiza durante el día. No haría falta parar a mitad de mañana para volver a desayunar en el trabajo ni hacer una pausa de dos horas en la comida”.
Nuestros horarios serían así, según Fernández-Crehuet, más parecidos a los del resto de Europa, con la ventaja que ello supondría para nuestras relaciones comerciales y el turismo, sectores clave en la recuperación económica.
La jornada laboral en Reino Unido
El horario inglés es bastante parecido al español, aunque algo más intenso. Hablamos de horario laboral promedio que arranca a las 9 de la mañana con los estómagos bien desayunados. Para Fernández-Crehuet, la importancia de un desayuno contundente reside en que “uno puede llegar sin necesidad de parar para desayunar hasta la hora del almuerzo”. Ésta es literalmente eso, una hora, de doce y media a una y media de la tarde. Se suele comer un plato y un postre, en lugar del primero, segundo y postre al que estamos acostumbrados. Permite, por tanto, una digestión más ligera que el almuerzo español. La jornada laboral suele terminar entre las cinco y las seis de la tarde. La cena, no más allá de las ocho.