Con Francisco Sierra

Minuto tecnológico: Las impresoras 3D, la revolución que impresiona

Si hay algo que me impresiona cada día más, es el mundo de la impresión 3D. Un campo que cada día parece más infinito en sus desarrollos. Hoy me voy a centrar sólo en dos aspectos: las impresoras 3D de metal y las impresoras 3D en el mundo de la medicina.

Francisco Sierra

Madrid | 11.05.2019 09:39 (Publicado 11.05.2019 06:00)

Y voy a empezar negando la mayor. No. No es viable todavía, ni se vislumbra cercana, la posibilidad de imprimir un ser humano biónico completo. Dicho esto, sí es verdad que la bioimpresión avanza muy rápida en el terreno de la impresión 3D de piel y tejidos. Pieles para humanos que se imprimen directamente en el cuerpo de pacientes quemados y que actúan como barrera para proteger del roce y de infecciones esas partes quemadas. Una piel que se construye a partir de la tinta que ha sido formada por células epiteliales. También se avanza mucho en la impresión 3D de pieles neutrales que luego permitan crear tejidos y órganos.

Más avanzada todavía parece la impresión 3D en el campo de las prótesis para reconstrucciones de huesos o cartílagos. Dentaduras, caderas, placas craneales, válvulas coronarias son ya muy habituales. Y también las prótesis externas con diferentes materiales más económicos para todos los tipos de amputaciones de las extremidades. Pero la impresión médica 3D no queda ahí porque la posibilidad de fabricar equipamiento médico “in situ”, en zonas de difícil acceso, sin necesidad de tenerlas previamente, nos lleva a un punto muy interesante: No es necesario tener stocks.

Y aquí enlazo con el segundo aspecto: las impresoras 3D de metal, porque si trasladamos el concepto de sólo se fabrica y de forma barata y rápida lo que se necesita, no harán falta ya grandes stocks, ni almacenes, ni distribución, ni transportes. Las fábricas deberán reorganizar sus flujos de producción. Y se especializarán en productos complejos y lentos porque las impresoras 3D podrán hacer el resto con los que sean sencillos y baratos en la misma tienda donde se vaya a comprar.

Toda la cadena de producción se transforma. Esa pieza de repuesto de un coche se fabricará en el mismo taller y en el momento en que lo necesite para la reparación. La revolución que supone es bestial y eliminaría de manera radical los procesos de fabricación en serie de muchos productos. Esto supone un gran ahorro de energía y materiales. Pero también supone la desaparición o reorganización de millones de puestos de trabajo. Y eso, la verdad es que también impresiona.