¿Se imaginan que Mario Draghi, el presidente del Banco Central europeo, se despertara un día bajo el plomizo cielo de Frankfurt y soltara eso de “voy a a comprar bonos por valor de 40 mil millones de euros cada mes y lo voy a hacer durante un tiempo indeterminado, hasta que la tasa de paro de todos los países de la Unión Europea baje de manera significativa”. Sería toda una sorpresa. A más de un analista le daría un sincope y más de un dirigente de la Europa rica del Norte se atragantaría en el desayuno. Pues eso precisamente, más o menos, es lo que anunciaba esta semana el Presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, Ben Bernanke, que va a adquirir bonos con respaldo hipotecario hasta que el paro baje. Todos los expertos dicen siempre que las atribuciones y responsabilidades que tiene la Reserva Federal norteamericana son muy superiores a las que se le dieron al Banco Central europeo. A este sólo se le ofreció un objetivo: mantener la estabilidad de la moneda. Es decir, luchar contra la inflación. A la Reserva Federal se le concedió toda una batería de armas contra las crisis: mantener el valor del dólar, luchar contra la inflación y también contra el desempleo. En suma, defender a la economía estadounidense, además de controlar a sus bancos. En Europa, el Continente fragmentado por excelencia, se lucha contra la recesión con una mano atada a la espalda. Es cierto que la última oferta de Mario Draghi de comprar deuda pública a cambio de condiciones ha relajado la presión de los mercados, pero ¿por cuanto tiempo? A diferencia de Bernanke, que pega manguerazos para inundar de dinero la economía estadounidense, en Europa apenas utilizamos regaderas y cuando el campo está marchito. Quizá por eso en Estados Unidos ya cuentan con tasas claras de crecimiento y aquí, en Europa, todavía nos arrastramos por el desierto de la recesión.
Minuto Económico: 'Manguerazo'
¿Se imaginan que Mario Draghi, el presidente del Banco Central europeo, se despertara un día bajo el plomizo cielo de Frankfurt y soltara eso de “voy a a comprar bonos por valor de 40 mil millones de euros cada mes y lo voy a hacer durante un tiempo indeterminado, hasta que la tasa de paro de todos los países de la Unión Europea baje de manera significativa”. Sería toda una sorpresa. A más de un analista le daría un sincope y más de un dirigente de la Europa rica del Norte se atragantaría en el desayuno. Pues eso precisamente, más o menos, es lo que anunciaba esta semana el Presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, Ben Bernanke, que va a adquirir bonos con respaldo hipotecario hasta que el paro baje. Todos los expertos dicen siempre que las atribuciones y responsabilidades que tiene la Reserva Federal norteamericana son muy superiores a las que se le dieron al Banco Central europeo. A este sólo se le ofreció un objetivo: mantener la estabilidad de la moneda. Es decir, luchar contra la inflación. A la Reserva Federal se le concedió toda una batería de armas contra las crisis: mantener el valor del dólar, luchar contra la inflación y también contra el desempleo. En suma, defender a la economía estadounidense, además de controlar a sus bancos. En Europa, el Continente fragmentado por excelencia, se lucha contra la recesión con una mano atada a la espalda. Es cierto que la última oferta de Mario Draghi de comprar deuda pública a cambio de condiciones ha relajado la presión de los mercados, pero ¿por cuanto tiempo? A diferencia de Bernanke, que pega manguerazos para inundar de dinero la economía estadounidense, en Europa apenas utilizamos regaderas y cuando el campo está marchito. Quizá por eso en Estados Unidos ya cuentan con tasas claras de crecimiento y aquí, en Europa, todavía nos arrastramos por el desierto de la recesión.