Minuto económico: Grueyere

Minuto económico: Grueyere

COMO UN QUESO GRUYÈRE, así califica Alfredo Pérez Rubalcaba al Impuesto sobre el Patrimonio. Lo declaraba así, en Onda Cero. Es decir, el propio instigador de la recuperación del Impuesto reconoce que no va a cumplir la función para la que se impone. Esto es así, porque por esos agujeros en el queso van a circular los ingenieros fiscales que trabajan para las grandes fortunas pero, por esos túneles en el queso, no van a poder pasar las clases medias, que serán las que terminen pagando el impuesto para mantener al inestable gruyère. El Gobierno no modifica y deja como está el gran instrumento de las grandes fortunas: las SICAV, las sociedades de inversión colectivas, que no son de inversión y mucho menos colectivas. Tampoco toca las sociedades familiares, que por cierto, están exentas de pagar el Impuesto de Patrimonio. El Gobierno improvisa tanto que ni siquiera presentó al Congreso la tramitación del Decreto del Patrimonio. No está en el orden del día. Tendrán que colocarlo el martes deprisa y corriendo. Y es que Rubalcaba intenta emular a Obama, pero no es lo mismo. Allí buscan una tasa directa sobre los “Warren Buffet” y compañía. Aquí no. Rubalcaba levanta la bandera del impuesto del patrimonio para atraer no recaudación, sino votos de la izquierda y del 15-M. Recordemos que Almunia realizó la misma estrategia en el 2000, obviando a las clases medias, y fracasó estrepitosamente. Claro, que ahora con la crisis, el PSOE puede pensar que hay menos clase media ante su proletarización debido a la desaparición de decenas de miles de autónomos y el derrumbe de miles de pequeñas y medianas empresas. Después de cuatro años, la crisis ha dejado el sistema productivo español tan horadado e inestable como un queso gruyère.

ondacero.es

| 18.09.2011 14:33

COMO UN QUESO GRUYÈRE, así califica Alfredo Pérez Rubalcaba al Impuesto sobre el Patrimonio. Lo declaraba así, en Onda Cero. Es decir, el propio instigador de la recuperación del Impuesto reconoce que no va a cumplir la función para la que se impone. Esto es así, porque por esos agujeros en el queso van a circular los ingenieros fiscales que trabajan para las grandes fortunas pero, por esos túneles en el queso, no van a poder pasar las clases medias, que serán las que terminen pagando el impuesto para mantener al inestable gruyère. El Gobierno no modifica y deja como está el gran instrumento de las grandes fortunas: las SICAV, las sociedades de inversión colectivas, que no son de inversión y mucho menos colectivas. Tampoco toca las sociedades familiares, que por cierto, están exentas de pagar el Impuesto de Patrimonio. El Gobierno improvisa tanto que ni siquiera presentó al Congreso la tramitación del Decreto del Patrimonio. No está en el orden del día. Tendrán que colocarlo el martes deprisa y corriendo. Y es que Rubalcaba intenta emular a Obama, pero no es lo mismo. Allí buscan una tasa directa sobre los “Warren Buffet” y compañía. Aquí no. Rubalcaba levanta la bandera del impuesto del patrimonio para atraer no recaudación, sino votos de la izquierda y del 15-M. Recordemos que Almunia realizó la misma estrategia en el 2000, obviando a las clases medias, y fracasó estrepitosamente. Claro, que ahora con la crisis, el PSOE puede pensar que hay menos clase media ante su proletarización debido a la desaparición de decenas de miles de autónomos y el derrumbe de miles de pequeñas y medianas empresas. Después de cuatro años, la crisis ha dejado el sistema productivo español tan horadado e inestable como un queso gruyère.