Muy a nuestro pesar España ha sido demasiado protagonista en la cumbre del G-8 en la que oficialmente ni siquiera estábamos invitados. Hasta las primeras damas tomaron gazpacho español. Un plato humilde, de miga de pan duro, que durante siglos alimentó a jornaleros y ahora preside las mesas de los poderosos. Sus ingredientes son los más adecuados para la situación española. Tomates maduros y carnosos, bien rojos como el sistema financiero, que colorado va absorbiendo lentamente los riesgos inmobiliarios y colorado, un día si y otro también, nos va dejando el rostro. Un sistema financiero que sirve al presidente francés para hablar de posibles rescates de nuestra banca y así desviar la atención sobre la suya, la banca gala, que con diferencia sería la más perjudicada por la salida de Grecia del Euro. En el Gazpacho y en los bancos lo mejor es conocer bien los ingredientes y que estos sean de calidad. Por eso esta semana Economía dará los nombres de las dos empresas que evaluarán los activos bancarios españoles. Otro ingrediente primordial del gazpacho es el aceite de oliva. Único, brillante, pero resbaladizo como el déficit de las Comunidades. Hacienda consigue que todas presenten planes de viabilidad creíbles para reducir el agujero fiscal este año. Todo el mundo alaba el éxito del acuerdo para al día siguiente resbalar con más déficit oculto en comunidades como Madrid, Valencia y otras. Funcionarios de Bruselas revisarán esta semana de nuevo las cuentas. Y por último está la miga de pan, sin corteza, el pimiento y el pepino. El pan espesa el Gazpacho, los pimientos, la cebolla y el ajo, dan el contraste. Ese sabor picante, ligeramente amargo, es el que se le ha quedado al Gobierno al conocer que el eje Franco alemán se transforma en un triángulo con la incorporación de Italia. Se reunirán en junio en Roma, en principio solo los tres. Hollande, Merkel y sobre todo Monti, se quedan así, tan frescos, como el gazpacho, que se sirve frío.
Minuto económico: Gazpacho
Muy a nuestro pesar España ha sido demasiado protagonista en la cumbre del G-8 en la que oficialmente ni siquiera estábamos invitados. Hasta las primeras damas tomaron gazpacho español. Un plato humilde, de miga de pan duro, que durante siglos alimentó a jornaleros y ahora preside las mesas de los poderosos. Sus ingredientes son los más adecuados para la situación española. Tomates maduros y carnosos, bien rojos como el sistema financiero, que colorado va absorbiendo lentamente los riesgos inmobiliarios y colorado, un día si y otro también, nos va dejando el rostro. Un sistema financiero que sirve al presidente francés para hablar de posibles rescates de nuestra banca y así desviar la atención sobre la suya, la banca gala, que con diferencia sería la más perjudicada por la salida de Grecia del Euro. En el Gazpacho y en los bancos lo mejor es conocer bien los ingredientes y que estos sean de calidad. Por eso esta semana Economía dará los nombres de las dos empresas que evaluarán los activos bancarios españoles. Otro ingrediente primordial del gazpacho es el aceite de oliva. Único, brillante, pero resbaladizo como el déficit de las Comunidades. Hacienda consigue que todas presenten planes de viabilidad creíbles para reducir el agujero fiscal este año. Todo el mundo alaba el éxito del acuerdo para al día siguiente resbalar con más déficit oculto en comunidades como Madrid, Valencia y otras. Funcionarios de Bruselas revisarán esta semana de nuevo las cuentas. Y por último está la miga de pan, sin corteza, el pimiento y el pepino. El pan espesa el Gazpacho, los pimientos, la cebolla y el ajo, dan el contraste. Ese sabor picante, ligeramente amargo, es el que se le ha quedado al Gobierno al conocer que el eje Franco alemán se transforma en un triángulo con la incorporación de Italia. Se reunirán en junio en Roma, en principio solo los tres. Hollande, Merkel y sobre todo Monti, se quedan así, tan frescos, como el gazpacho, que se sirve frío.