Ya respiramos Navidad por cada rincón: en los estantes del súper, recorriendo calles luminosas y viendo las caras de los viandantes. No sé cuánto pesa el espíritu navideño ni cuánto dura, pero seguro que cada uno de nosotros lo portamos con estilo propio.
Hoy me he propuesto aplaudir a todos esos creativos del país que lo han captado a lo largo de los años: los anuncios de Navidad los bordamos, los hacemos como nadie. Desde la Lotería hasta los dulces y comestibles. Actores conocidos y desconocidos que nos brindan su mejor talento para esas historias con piel que nos empujan a soltar las lagrimitas.
Los publicistas son tipas y tipos maravillosos que expresan como nadie lo que sentimos, deseamos y queremos compartir. Mucho olfato, mucha intuición, mucho corazón y mucho arte para mezclarlo todo y que el gran público se reconozca en una de las escenas recreadas.
Por eso pienso, que quizás deberíamos contratar con erario público a un buen puñado de estos expertos en anuncios navideños para que se pudiera obrar la magia en la Carrera de San Gerónimo de Madrid, quizás uno de los lugares de nuestro país donde más salvajemente se está expulsando a esos latidos de concordia y fraternidad tan de moda en estas fechas.
Señores creativos y publicistas: yo les propongo que lo intenten, que la Navidad se abra paso entre el grito y la ceguera, el anuncio del entendimiento, que es el que está por ser rodado.