OPINIÓN

VÍDEO del monólogo de Carlos Alsina en Más de uno 19/10/2018

Me voy a hacer un Tejerina y me tiro de cabeza al charco.

Los niños, los profesores y la escuela. Un tabú en cualquier campaña electoral. Sólo pueden referirse a la escuela los candidatos para exaltar las bondades de los maestros y de los críos y prometer más recursos económicos para los colegios. Cualquier otra cosa supone riesgo máximo de derrape y de echarse encima al adversario y a la opinión pública.

A la ex ministra Tejerina, que es del PP, le preguntaron ayer en TVE por el regreso de la filosofía como asignatura obligatoria. Y la respuesta que dio, ensalzando la formación de los estudiantes en el espíritu crítico, incluyó una alusión a los niños andaluces que ya sabrá usted que ha indignado sobremanera a muchos andaluces y ha puesto en un apuro a su compañero de partido Moreno Bonilla.

Más allá del ruido, engrandecido porque estamos en plena campaña electoral andaluza, veamos si es verdad o no lo que dice la ex ministra.

Escuchemos primero la respuesta completa de la señora Tejerina.

Primera anotación: la señora Tejerina está explicando lo importante que es la formación de los niños para garantizar la igualdad de oportunidades. Usted puede interpretar que está denigrando a los niños andaluces por saber menos que los castellanos, pero yo diría que lo que está denigrando es la incompetencia de los gobiernos autonómicos (la incompetencia de quien tiene las competencias educativas) que no consiguen reducir la desigualdad que padecen sus niños respecto de otras regiones.

El problema aquí no parece que sean las emociones. El problema es tomarse las notas como una ofensa a los niños. Las notas que cada tres años ofrece un informe llamado TIMSS y que es la versión para Primaria del informe Pisa, que seguro que a usted le suena.

El problema no son las emociones. El problema es tomarse como una ofensa a los niños el ránking de los informes sobre equidad educativa.

Déjenme que haga un experimento, mire. El último informe Pisa que ofrecía resultados por comunidades autónomas se publicó en diciembre de 2016.

Veamos cómo lo contó, por ejemplo, el diario El País, que es el primero que lee cada mañana Susana Díaz.

“Las distancias entre regiones han aumentado”, decía. “En matemáticas, por ejemplo, la diferencia entre la primera y la última es de 66 puntos. Se considera que 30 puntos equivale a un curso escolar, luego —explicaba el diario— los niños navarros adelantan a los canarios un curso y medio. En comprensión lectora, un alumno de Castilla y León va un curso y medio por delante de un extremeño. Y en ciencias, ese mismo alumno de Castilla y León aventaja en curso y medio al alumno andaluz, porque en Ciencias Andalucía es la última”.

No se escandalizaron de aquella información, similar a la que publicaron todos los medios, ni el gobierno andaluz, ni los profesores, ni los niños. En realidad no se escandalizó nadie porque Pisa es una herramienta que sirve para reflejar no si un niño es más listo o más tonto que otro —vade retro, simpleza— sino cuál es la destreza y el conocimiento de los alumnos. Que no es consecuencia de su inteligencia, sino de las condiciones socioeconómicas en que viven y de la eficacia del sistema educativo de esa región para mejorar el rendimiento académico a pesar de las condiciones económicas. Es decir, si la escuela cumple su función de formar por igual a los alumnos aunque unos pertenezcan a familias con más recursos y otros con menos. Esto que con acierto dijo en 2015 Podemos en Andalucía.

Los niños andaluces no son más bobos porque su región aparezca la última en ciencias y a penúltima en matemáticas y en comprensión lectora. Pero así es como aparece. En perjuicio de esos niños. Desde luego la responsabilidad de que según Pisa —no según la señora Tejerina— un alumno en Castilla y León saque cincuenta puntos más que uno de Andalucía (un curso y medio) no es de los niños, pero sí ha de ser de algún adulto. O de algunos. Y quien más responsabilidad tiene en que una región no reduzca la brecha que la separa de otra es, sobre todo, de quien se presenta a las elecciones prometiendo que si gobierna mejorará la vida de la gente. Porque eso incluye mejorar la formación de sus estudiantes.

El Partido Popular, que lleva treinta y ocho años intentando gobernar Andalucía sin éxito, podía haber optado por explicar todo esto a los votantes. Pero eligió, primero, repudiar a Tejerina. Todos nuestros niños son de diez, dijo Moreno Bonilla. Pero hombre de dios, si esto no va de los niños, va de las autoridades andaluzas a las que tú pretendes sustituir. Y después de repudiar a la ex ministra, remató la faena el secretario general del partido con una ración de suprema demagogia.

Pues no, claro, no hemos conocido que el gobierno andaluz se gaste más en prostitución que en educación. Ni nada remotamente parecido. El abuso de la caricatura conduce, una vez más, al ridículo.

En algún momento de hoy se personará Pablo Iglesias en la prisiòn de Lledoners para visitar a Oriol Junqueras. Si va por la mañana, pueden ver juntos la rueda de prensa del Consejo de Ministros. Si va por la tarde, pueden ver el discurso del rey en Oviedo.

Ya sabe usted que ha dicho Pedro Sánchez que Pablo va por su cuenta y no como delegado del gobierno para la negociación presupuestaria.

Que el gobierno negocia por sí mismo. Claro que lo hace. Hoy va la ministra Calviño a verse con el vicario de Junqueras en el gobierno catalán: Pere Aragonés. El vicepresidente. El mismo que ya firmó con el gobierno central el acuerdo para los mil y pico millones de inversión en Cataluña para los próximos años. Porque una cosa es ir diciendo que se va a implementar (horrible verbo) la República catalana y otra es no abrir la caja para que el gobierno central (carcelero y opresor) te desembolse la viruta de los próximos años.

Iglesias, por tanto, va a ver a Junqueras pero como cosa suya, ¿entiende usted? Para seguir alimentando este papel, tan del gusto de Pablo, de pacificador entre los aliados potenciales de las izquierdas.

Relax, decía ayer Pablo en el Congreso, justo después de haber abogado por la despenalización de la marihuana. Relax, paz y amor entre los afines.

Sánchez se ha vuelto de Bruselas convencido de que su plan presupuestario pasará la criba de Moscovici y ligeramente escocido por el empeño de los periodistas en preguntarle ayer por la carta. La carta de la comisión en la que pide al gobierno de España que le envíe los Presupuestos que va a llevar al Congreso, con todos los números, no sólo el esqueleto. Y que el gobierno dice que es mucho más amable que las cartas que le envianan a Rajoy. Atención al retintín de Pedro con los periodistas.

Ya que les interesa tanto. Cómo no les iba a interesar, si el apoyo de la comisión a los Presupuestos es, en realidad, el único asunto del que ha mostrado interés en decir algo el presidente español en toda la cumbre.